El equipo de Miguel Ángel Portugal supera (2-0) al Córdoba en el mejor partido de la temporada. Manu del Moral y Marcelo Silva fueron los tempraneros goleadores
La victoria en Mallorca no dejó un gran regusto en el entorno. Pese a la importancia de los tres puntos, el juego blanquivioleta seguía ofreciendo dudas. El equipo no carburaba como se esperaba de él y mostraba una versión débil a pesar de la trascendental victoria. Esta imagen tenía que cambiar ante el segundo clasificado de la categoría, el Córdoba Club de Fútbol. No sería fácil aunque Gonzalo Abando, preparador físico de Miguel Ángel Portugal, veía muy bien al equipo en el entrenamiento previo. El experimentado preparador vasco animaba a los jugadores pero pidiéndoles dejar toda la energía para el día del partido. Las sensaciones eran buenas aunque quizás no tan positivas como marcaría el juego del primer partido de la segunda vuelta.
[quote style=»3″] Estamos fantáticos pero tenemos que dejar toda la energía para el partido de mañana.
Gonzalo Abando, preparador físico pucelano, en el entrenamiento previo al partido ante el Córdoba [/quote]
Esa energía se guardó y el Real Valladolid firmó ante el Córdoba uno de los mejores partidos de la temporada, sino el mejor. Con un inicio de juego brillante y un dominio total del balón y del partido durante muchos minutos, el equipo superó al Córdoba ampliamente. El marcador ya se decidió en los primeros 10 minutos. El Real Valladolid, consciente de cómo tiene que comenzar la segunda parte, aplicó esa teoría para el inicio del partido. Con una presión asfixiante y un dominio perfecto del balón, el Real Valladolid sí se mostró como el candidato a estar en los puestos altos de la clasificación que quiere ser.
A nivel individual y grupal el equipo estuvo en su pico más alto de la temporada. La magnífica lectura del juego de Álvaro Rubio, la movilidad de Manu del Moral, la explosividad del mejor Johan Mojica, la determinación de Juan Villar… Todos sumaron para crear un total magnífico. El espejo del Real Valladolid ya existe. Es propio y ante uno de los mejores equipos del primer tramo de la temporada. Casi nada. Ahora, todo parce estar de cara para crear ese esperado perfil blanquivioleta que sea ganador.
Un inicio definitivo
Calificar como «bueno» el inicio del partido del Real Valladolid no se debe sólo a los dos goles anotados en los primeros 10 minutos. El equipo blanquivioleta fue tan superior al Córdoba en el inicio del partido por la cantidad de ocasiones creadas y el dominio tan fuerte que se hizo sobre un equipo del potencial del que dirige José Luis Oltra. Si ya tiene mérito conseguir un inicio así en la categoría, firmar una neutralización de cualidades en el rival como se hizo ante el segundo clasificado habla, también, de la mejoría defensiva del equipo.
El Real Valladolid mostraba en el inicio de la segunda vuelta todas las mejoras que ha realizado con trabajo y tiempo. La mesura de Portugal daba sus frutos. Todos esos detalles mejorados que deben hacer crecer al equipo estuvieron sobre el césped del estadio José Zorrilla. Es cierto que en el inicio se forjó la victoria y que en él se decidió el partido pero, también es cierto, que con el marcador en ventaja, los de Miguel Ángel Portugal leyeron bien el partido y supieron trabajar con él.
Los pucelanos, con un gran bagaje inicial, no vivieron durante el resto del encuentro de él. Trabajaron por ampliar el marcador y buscaron mejorar el juego. Querían seguir creciendo. No se conseguiría en relación al marcador pero sí sobre las sensaciones y la emoción del estadio. El juego había sido brillante y esa energía que se pedía en el entrenamiento previo relucía en el juego. El Real Valladolid mostraba su potencial y el entorno se lo agradecía. Ovación cerrada en el tiempo de descanso para premiar a un equipo que tiene base, calidad y fundamento. Ahora sólo falta eliminar los altibajos y los picos de rendimiento.
Álvaro Rubio
Con la llegada del descanso, el estadio José Zorrilla se puso en pie. El mejor juego realizado por el Real Valladolid en las últimas tres o cuatro temporadas no pasaba desapercibido para el aficionado. Éste premiaba al equipo como lo haría en el minuto 78 sobre un jugador concreto. Con el partido en el tramo final, Miguel Ángel Portugal optó por dar descanso al capitán de su juego. Álvaro Rubio era sustituido y el estadio se volvía a poner en pie. El sustituido lo merecía por su historia pero, sobre todo, por cómo había manejado al equipo en el partido.
A sus 36 años, Álvaro Rubio había sido el mejor jugador del partido. No había tirado a puerta y, ni mucho menos, había conseguido un gol pero el riojano había sostenido el juego pucelano durante casi 80 minutos. A nivel defensivo había ayudado en todas las salidas del balón y en el bagaje ofensivo, había mostrado calidad en el último cuarto. De sus botas habían salido asistencias que podían haber sentenciado el partido. Su unión con Juan Villar hacía estragos sobre Domingo Cisma. El experimentado lateral sufría los movimientos del riojano y los desmarques del onubense. Todo hasta el minuto 78.
En 12 minutos se demostró la importancia que tiene actualmente el capitán pucelano en el equipo. Su calidad es diferencial y su lectura del partido, única. Sin él, el Pucela se rompió y el Córdoba llegó a la meta de Kepa Arrizabalaga con más claridad que en todo el partido. En 12 minutos, tres acercamientos visitantes. Sin el protagonismo de Álvaro Rubio apareció la calidad del portero. El cancerbero vasco del Real Valladolid quería su protagonismo el Markovic o Florin se lo dieron. Tres intervenciones de mérito para sostener el resultado y mantener intacto el cambio de las sensaciones del entorno.
Energía y brillantez
Con Álvaro Rubio sobre el campo o sin él. Con una actuación más brillante de Kepa Arrizabalaga o sin ella, el Real Valladolid comienza la primera vuelta con sensaciones positivas, con mucha energía y con una brillantez insólita. El equipo de Miguel Ángel Portugal mostraba ante el Córdoba parte de lo que se espera de él. Carisma, fuerza, personalidad, bagaje ofensivo y crecimiento defensivo. Todo estuvo presente en el partido ante los blanquiverde.
En definitiva, todo el entorno blanquivioleta vio ante el Córdoba lo que se le debe exigir a un equipo que quiere ser aspirante a entrar en los seis primeros puestos de la clasificación. Esa brillantez del juego debe estar en el nuevo caminar del equipo. Por exigencia de plantilla debe permanecer, por la necesidad de seguir creciendo debe aparecer aunque en este aspecto es más importante y resolutiva la eficacia goleadora de los primeros minutos del partido. Con ella, se podrá aspirar a los objetivos que Braulio Vázquez marcó en verano.