Álvaro Rubio, en uno de sus mejores momentos de los últimos años, guio al Real Valladolid a una nueva victoria. Tanto en ataque como en defensa estuvo soberbio
¿Por qué es Álvaro Rubio ‘el personaje’ del partido ante el Córdoba C.F.?
• En los 78 minutos en los que estuvo sobre el césped estuvo brillante en ataque y en dar equilibrio al equipo.
• Con su sustitución, el equipo pucelano se rompió y el Córdoba generaría más ocasiones que en todo el partido.
• En ésta, su décima titularidad consecutiva, demostró que el cansancio se crea por derrotas y no por minutos.
Hace ya unas semanas que el Real Valladolid se viene sosteniendo en el juego de Álvaro Rubio. Los de Miguel Ángel Portugal se sustentan en lo que se ha llamado “la segunda juventud” del riojano. Este término se puede haber quedado un poco corto después de los últimos diez partidos del capitán del Real Valladolid. El jugador se ha hecho con el equipo, con el mandato de la reconversión que está buscando Miguel Ángel Portugal y con el estadio José Zorrilla. Nuevamente, en su sustitución, el estadio vallisoletano se puso en pie. Méritos había hecho para tal premio y ya nadie puede dudar de que su liderazgo es vital para el Real Valladolid. Lo fue hace diez años, lo siguió siendo hace cinco y continuará siendo así hasta que él decida poner punto y final a su carrera deportiva.
La base de la primera parte
El Real Valladolid firmaba ante el Córdoba una de las mejores primeras partes que se recuerdan en el estadio José Zorrilla en los últimos tres o cuatro años. El dominio del juego, la creación de ocasiones y la seguridad defensiva creaban 45 minutos llenos de calidad. En esa perfección de minutos estuvieron presentes los 11 jugadores del Pucela. Todos dieron su mejor versión y, juntos, formaron un Pucela que convencía. Todos sumaron pero uno por encima del resto. Álvaro Rubio colaboraba para que el resto de compañeros estuvieran un buen nivel.
El riojano, en uno de sus mejores momentos en los últimos años, ayudaba en la salida del balón a los centrales, llegaba al último cuarto de campo para asistir a Juan Villar en pases interiores, daba equilibrio al equipo en las transiciones… El partido de Álvaro Rubio era perfecto. Su colaboración con el resto de jugadores era brillante. Si él hacía un buen partido, de la misma forma colaboraba activamente para que el equipo cumpliera con el guión y la energía que se esperaba de ellos.
Estadísticamente el partido del capitán blanquivioleta fue brillante. Realizó cinco asistencias de remate, aseguró más del 88% de sus pases, consiguió dos recuperaciones y dos intercepciones y, todo ello, sin cometer ninguna falta. Juego solvente, seguro y fiable. La eficacia de la sencillez del riojano se plasmó en calidad en su juego. En su brillantez se sostuvo el mejor Real Valladolid de la temporada y uno de los mejores de los últimos años.
Un bajón de 12 minutos
Dicen que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde. En unos meses, más o menos, el Real Valladolid añorará al ‘18’ blanquivioleta. Notará su ausencia como la sintió durante los últimos 12 minutos del partido. En ellos el Córdoba se creció como no lo había hecho durante el partido. Con un centro del campo de vocación ofensiva, las líneas pucelanas se rompieron y los de José Luis Oltra sí se vieron con opciones de acercarse en el marcador y entrar nuevamente en el encuentro.
En ese momento tuvo que aparecer Kepa Arrizabalaga para salvar al Pucela. Lo hizo con solvencia, la misma que había marcado el juego del Real Valladolid durante los 78 minutos anteriores. El Pucela demostraba en el último tramo del partido la dependencia que tiene de su capitán. Con él, se dominó el partido y se controlaron todas las facetas del juego. Sin él se sufrió. Demasiado.