El Real Valladolid empata (1-1) ante el Elche en un partido de buen juego pero de escaso acierto. Rodri, autor del tanto, cerró una mala racha de casi tres meses
El fútbol siempre da segundas oportunidades. Y terceras. Y cuartas. El fútbol, tristemente, no tiene mucha memoria y, como aseguraba Miroslav Djukic, “uno vale lo que ha hecho en su último partido”. Por esta frase, el Real Valladolid saltaba al estadio José Zorrilla en la visita del Elche con fuerza y personalidad. La obligación de ganar era alta, la de olvidar el mal partido en Montilivi, mucho más. El Pucela no podía dejar en una semana dos sensaciones tan nefastas como la del pasado lunes y los de Miguel Ángel Portugal ofrecieron un buen nivel de juego. Estilo definido con muchas ocasiones creadas pero nada de gol.
Hasta el minuto 90, cuando el árbitro ya se llevaba el silbato a la boca para finalizar el partido, los locales no fueron capaces de superar a Javi Jiménez. El ex portero blanquivioleta salvaba en varias ocasiones a su equipo. El bando ilicitano, claro en su planteamiento, se veía superado en muchas fases del encuentro por un Real Valladolid que dominaba pero que no hacía daño. Los pucelanos eran mejores pero no lo demostraban. No dejaban a efectos de marcador sus grandes ocasiones. Ni Juan Villar, ni Alejandro Alfaro ni Marcelo Silva o Javi Chica conseguían anotar el tanto en los primeros 45 minutos y no por falta de opciones.
Por un detalle u otro, el Real Valladolid veía como se le escapaban los puntos. No tenía fuerza ni pegada. El juego cambiaba la imagen de Gerona pero no la sensación. Los pucelanos siguen pagando sus carencias en exceso. No consiguen una regularidad y todo aquello que hacen bien en un encuentro, se vuelve en su contra a los pocos días. El equipo debe encontrar una línea de juego en todas las vertientes para ser una alternativa. Sin ese punto de partida, la sensación será la misma y la incertidumbre seguirá apoderándose del equipo y del entorno.
Sin locuras. Poco a poco
En la previa, Miguel Ángel Portugal ya había avisado que no haría grandes cambios en relación al partido de Gerona. No hizo locuras y el equipo las agradeció. Le costó adaptarse al partido y superar el mal juego de Montilivi pero creció poco a poco y dejó atrás un inicio de partido con dudas en el que tuvo que hacer frente a la fuerza y a la presión del Elche. Los de Rubén Baraja salían con fuerza y personalidad. Con dos delanteros definían ese juego directo del que había hablado el burgalés en la previa. Querían hacer daño al Real Valladolid en la salida de balón y, en un inicio, lo conseguían.
Asustaban al Pucela hasta que Manu del Moral explicó por qué tiene el currículum que tiene. Recuperado de su lesión, el ex internacional se colocó en un segundo plano en el inicio del partido y cuando el Elche perdió fuerza, apareció. Tomó galones e hizo jugar al Real Valladolid a su ritmo. Sin locuras, sin un ritmo de juego brutal, el jienense comenzó a mover al partido para encontrar los espacios y asociarse con los jugadores del último cuarto del Pucela. Entre él, Juan Villar y Alejandro Alfaro llevaron todo el peligro sobre la meta de un Javi Jiménez que se marchaba al descanso como el mejor del partido. Una brutal intervención sobre Juan Villar y una de gran mérito ante Rodri Ríos demostraban la calidad innegable de un portero con más sombras que luce en sus últimos años.
Un fallo grave, un gol recibido
Con el riojano como el jugador más destacado del partido, comenzaba una segunda parte que depararía un nuevo empate pero con muchos más nervios en el equipo local y un buen sentido del juego en el visitante. Mientras los pucelanos veían pasar el tiempo y seguir necesitando un gol, los ilicitanos esperaban su oportunidad sin prisas.
Los de Rubén Baraja sabían que tendrían una oportunidad y ésta llegó a falta de 20 minutos para el final. Una pérdida de Álvaro Rubio en la salida de balón y una buena presión del centro del campo del Elche dejó unos espacios que no dudó en aprovechar Sergio León. El máximo goleador de la categoría no apareció mucho en zonas finales pero sí en movimientos y constantes sensaciones de peligro.
Un desmarque del andaluz tras la pérdida del capitán pucelano supuso el primer tanto. El pase de Sergio León era rematado por Álvaro en un fallo en cadena del equipo local. el equipo se vio superado y no supo cerrar líneas ni romper la jugada. Primer fallo grave del partido y la ansiedad aumentaba. El equipo debía luchar ante la presión y el marcador sabiendo que el punto negativo de su juego estaba siendo el ofensivo. Pese a la creación de grandes ocasiones, el balón no entraba y con el tanto visitante, la victoria se antojaba complicada.
La liberación del gol
A falta de 20 minutos, el Real Valladolid tenía mucho que conseguir para no ver como las dos victorias del final del 2015 se difuminaban. Los puntos ante Albacete y Tenerife podían ser contrarrestados por dos derrotas consecutivas. La hemorragia podía ser amplia pero Rodri Ríos la taponó. El soriano, incansable en el trabajo pero desacertado de cara a puerta, se encontraba con el premio del gol en la última ocasión del duelo. Al borde del tiempo de añadido, el ‘9’ anotaba su cuarto gol de la temporada.
Un remate de cabeza tras la enésima intervención de categoría de Javi Jiménez rescataba un punto. Un punto, un empate y un gol que liberaron al Real Valladolid. Le quitan muchas de las ataduras con las que ha comenzado el 2016. Con el tanto se olvidó la derrota en Montilivi, las ocasiones perdidas por Rodri y la mala imagen del último partido. En definitiva, se dejaba la esperanza de un nuevo Pucela aunque como siempre, tal sueño será devorado por los altibajos de un proyecto sin regularidad. Demasiados picos de juego que truncan la evolución de un equipo que está abonado a la mediocridad y ya van 20 jornadas.