Tras el liderazgo de Zaragoza, Álvaro Rubio volvió a capitanear al Real Valladolid. El riojano no había sumado dos titularidades consecutivas con Miguel Ángel Portugal
¿Por qué es Álvaro Rubio el personaje del partido ante el C.A. Osasuna?
• Después del partido de Zaragoza, Miguel Ángel Portugal apostaría por Álvaro Rubio por segunda vez seguida.
• El riojano estuvo activo todo el partido en la idea de construcción pero sólo actuaría en los últimos minutos.
• El capitán realizó 70 pases y firmó un acierto superior al 75%. Nuevamente, un seguro para la construcción.
Pese a sus 36 años, Álvaro Rubio sigue evolucionando en el Real Valladolid. Con el cambio de entrenador tuvo poco protagonismo. En un inicio le afectó. Aunque para Gaizka Garitano no fuera un fijo y la pareja André Leão-David Timor tuviera mucho peso, el riojano aportaba al juego del equipo. Con Miguel Ángel Portugal, por diferentes circunstancias, no era así. El burgalés contaba menos con el riojano hasta que la semana pasada le dio la titularidad ante el Real Zaragoza. En La Romareda, el capitán pucelano firmó un buen partido y se ganó repetir en el encuentro ante Osasuna. Pese a que la carga física debe ser regulada con el ‘18’ blanquivioleta, la poca diversidad de jugadores obligaba a su incursión por segunda semana consecutiva. Entre obligación y devoción por su rendimiento en la que, de joven, fue su casa, Rubio continuaba en el once ante Osasuna para dar sentido al juego al Real Valladolid. Lo intentaría pero sólo lo conseguiría en el último tramo del partido. Hasta entonces, mucha intención pero poco rendimiento.

Siempre presente
El partido comenzaba con una elevada presión visitante. El planteamiento del Club Atlético Osasuna residía en una fuerza muy alta para que el Real Valladolid no pudiera elaborar en su propio campo. Férreos marcajes sobre Álvaro Rubio y Pedro Tiba limitaban las opciones creativas del Pucela. En faceta ofensiva el Real Valladolid no empezaba bien y se debía más a un mérito del rival que a un demérito blanquivioleta. Los navarros no dejaban jugar a los pucelanos pero, por ello, el Pucela no cambiaría su idea. En su objetivo de elaborar y conseguir el juego de combinación que busca Miguel Ángel Portugal, Álvaro Rubio era capital pero al riojano le costaba sentenciar y definir el juego como lo hizo siete días atrás en Zaragoza.
Como en La Romareda, el capitán del Real Valladolid tomaba galones y decidía qué tenía que hacer el Pucela aunque sin éxito. Quedaba claro qué es lo que quería el equipo pero no lo conseguía. La insistencia era alta pero la unión con la zona más adelantada del equipo era imposible. Como ya ocurrió en algunas fases de la victoria en Zaragoza, Rodri estaba muy alejado del juego. Vivía un partido diferente y se encontraba muy alejado de la zona de peligro. No estaba unido con el equipo. La referencia ofensiva no era tal porque el equipo no estaba unido. Toda esa intención e idea que buscaba Álvaro Rubio perdía fuerza con el trabajo físico que Osasuna proponía.
Limitado pero decidido
En este sentido, el tiempo correría a favor del Real Valladolid. Con el avance del partido, Osasuna perdería fuerza y aparecerían huecos entre las líneas rivales. Si el Pucela mantenía su idea y no se dejaba arrastrar por la fuerza rival y por las pocas ocasiones que se estaban generando, su momento llegaría. Llegó aunque con un Pucela mermador y un Álvaro Rubio limitado en la parcela física. Los últimos 15 minutos, con el marcador en contra y con el equipo en inferioridad, fue el mejor momento pucelano. Elaborando y creando peligro bajo los parámetros que el equipo había demostrado en los primeros minutos del partido. La idea era similar, el resultado ya era diferente porque el equipo ya encontraba esos huecos.

Con el rival más abierto, aunque parecía que no era el momento para tal circunstancias, el Real Valladolid dominaría el partido. El último cuarto de hora pucelano fue el mejor momento pucelano. Álvaro Rubio se encargó de ello. Dominado el balón, ejerciendo una buena salida del juego pese a la línea defensiva de tres jugadores y fallando muy pocos pases, el Pucela terminaría viviendo el partido en el área rojilla. En ese tiempo, el juego de Rubio volvió a sentenciar y a marcar el estilo pucelano. Su acierto con el balón y su lectura sobre el juego fueron brillantes. La dificultad de hacerlo en inferioridad, con un marcador en contra y con un cronómetro que dejaba pocas opciones, limitaron a un Real Valladolid que debe seguir mejorando sobre una idea que en los dos últimos partidos ha demostrado existir y que se sigue basando en el acierto con el balón de Álvaro Rubio. Si el ‘18’ pucelano sentencia, la decisión pucelana sobre el partido es protagonista.