La situación clasificatoria y el rendimiento de varios de los fichajes cuestionan la dirección deportiva. El entorno pucelano ha variado la percepción sobre el gallego
• Tras el mal inicio de temporada y con el cambio de entrenador, Braulio Vázquez está señalado por el entorno pucelano. En el mercado de invierno y en una esperada vuelta a la clasificación, su futuro •
Desde la llegada de Braulio Vázquez a Valladolid, su trabajo estaba muy bien valorado. El cambio de formato y dedicación que imprimió a las oficinas del Real Valladolid le valió para ganarse el respeto y la admiración de todo el entorno pucelano. El gallego consiguió desde un inicio poner de acuerdo a todo el ambiente blanquivioleta. La dificultad era altísima pero él lo consiguió. Valorado por todos, los primeros 12 meses del ex del Valencia en el estadio José Zorrilla como director deportivo estuvieron llenos de buenas palabras. Pese al no ascenso del equipo y los malos momentos que se vivieron con el proyecto de Rubi, el puesto de Braulio nunca estuvo en duda. Jamás hubo nervios hasta hace pocas semanas. Tras el mal inicio de la temporada, el mal rendimiento de algunos futbolistas y la destitución de Gaizka Garitano, el foco se centra en las últimas semanas en su puesto. Ahora, con el equipo en puestos bajos de la clasificación, Braulio Vázquez y su equipo han abandonado la zona de confort que vivían en Valladolid respecto a la crítica. La triste situación pucelana ya les envuelve a ellos.

Una arriesgada destitución
Braulio está señalado ahora y lo estará ya durante toda la temporada. Por mucho que avance la campaña, por muy buenos resultados que se obtengan e, incluso, por los aciertos que pueda tener en el mercado invernal, el gallego estará marcado por el fallo ante una de las decisiones más importantes de la temporada. La salida de Gaizka Garitano fue un revés muy duro para el proyecto. El líder en el que el Pucela había confiado para esta aventura no resultaba ser el idóneo. Braulio debía tomar cartas en el asunto y asumir su parte de culpa en una decisión arriesgada que le deja como la única cabeza visible de la confección de esta plantilla.
[quote style=»3″] La plantilla que tenemos este año es para estar arriba y hacerlo sin fichajes de invierno.
Braulio Vázquez en la entrevista de ‘Directo Marca Valladolid’ el pasado 7 de noviembre [/quote]
Ahora, sin el vasco en Valladolid y ante una nueva oportunidad en el banquillo pero sabiendo cómo responde la plantilla, qué nivel tienen los fichajes y qué necesitaba el equipo, Braulio es el máximo responsable de todo lo que ocurra. Por encima de Miguel Ángel Portugal, está el gallego. El director deportivo pucelano vive las semanas más bajas en su etapa blanquivioleta y lo hace con una presión alta con los resultados. Cada jornada pasa una reválida. Ante los onces, con el rendimiento de los nuevos y ante los cambios que realice el entrenador. En todos los movimientos, Braulio está señalado. Quizás es de un forma excesiva pero el gallego es, ahora mismo, el eslabón más débil del Real Valladolid. De la fortaleza a la debilidad más absoluta hay un paso. Al menos, en el fútbol.
El puesto de director deportivo
Ese intervalo entre la admiración y la crítica es muy común en este deporte y en la dirección deportiva, más aún. Es un baremo complicado porque en muchas ocasiones resulta complicado saber cómo evaluar a un responsable de estas funciones. Inicialmente, un director deportivo debe ser valorado por la plantilla que crea. Resulta complicado saber qué puede ocurrir. Para bien o para mal, el entorno no tiene la misma información que un profesional de los fichajes y lo que, en un principio, es un desconocido puede terminar siendo el mejor fichaje posible.
De la misma forma, un fichaje que parece seguro puede terminar siendo, sobre el rendimiento, un futbolista de escaso nivel. Diferentes circunstancias marcan el trabajo de un director deportivo y lo más curioso es que muy pocas están a su alcance y a su manejo. Sus funciones públicas parecen terminar con el cierre del mercado pero aún quedan muchas. Analizar el rendimiento de los fichajes y ver cómo utiliza el supuesto potencial de la plantilla el entrenador son obligaciones que tiene cualquier director deportivo. Las tienen y las deben acometer para tomar decisiones y medidas ante momentos duros.
Braulio Vázquez lo ha hecho. Ha arriesgado. Ha visto que su proyecto tenía mucho mayor potencial del que se estaba obteniendo y ha decidido tomar cartas en el asunto. Está en su obligación como director deportivo y se encuentra dentro de sus competencias. Sabiendo lo que se juega con tales decisiones. Lo que ya no está entre ellas es ver que esto influya al valor que tenga el trabajo. Pese a que el fútbol sea un deporte resultadista, la exigencia y el valor del trabajo debe ser predominante sobre el resto. Pese a la necesidad de resultados y puntos, cómo se consiguen los resultados o cómo se trabaja por ellos debe ser vital antes de cambiarle la percepción. Del todo a la nada hay un paso minúsculo y no resulta ni justo, ni necesario ni, sobre todo, merecido.