El Real Valladolid empata (1-1) ante el Leganés en un nuevo débil encuentro de los pucelanos. De poder ganar, los de Portugal firmaron una inaceptable segunda parte
Este Real Valladolid necesita tranquilidad para poder cumplir las fases de crecimiento que quiere imponer Miguel Ángel Portugal. El experimentado entrenador blanquivioleta sabe que un nivel de crispación como el que vive el club no es beneficioso pero, también, conoce que la ley del fútbol le exige un buen nivel de juego y unos resultados para creer en el trabajo y tener esa pizca de paciencia que se sigue pidiendo en el mes de noviembre. Puede parecer una contradicción pero para que el equipo tenga tranquilidad, necesita victorias y un juego en el que el Pucela sea protagonista. El entorno exige, el entorno aprieta pero el Real Valladolid no da la talla.
[quote style=»3″] Tenemos una plantilla corta y debemos ir con mucha precaución. Con tiento.
Miguel Ángel Portugal, en la rueda de prensa previa al partido ante el Club Deportivo Leganés [/quote]
Ante el Club Deportivo Mirandés, el inicio de la nueva etapa fue esperanzador. 25 minutos de ilusión que aumentaron las esperanzas de ver un objetivo concreto. La realidad ha aprovechado el paso del tiempo y la mediocridad en la que está inmerso este proyecto, ha regresado. No hay nivel, no hay juego, no hay recambios y, por lo tanto, no hay tiento. El Real Valladolid demostraba ante el Leganés en una segunda parte de nivel flojo y excesivas carencias ofensivas y defensivas que su realidad es la que marcaba la dinámica de Gaizka Garitano y no esos irreales minutos en los que Portugal parecía haber dado con una tecla que, hoy por hoy, no existe.
Al ritmo de Rodri Ríos
Como ante el Mirandés, en el que fue el duelo de presentación de Miguel Ángel Portugal en Valladolid, el equipo parecía tener claro que el dominio debía ser suyo. Jugando en casa, los locales debían llevar la manija del juego y lo buscaban con un inicio fuerte. En aquel debut, el balón y la combinación fueron las opciones para dominar al rival. En esta otra ocasión, sería la figura de Rodri Ríos la que provocaría un buen inicio vallisoletano. El soriano, en un gran momento de forma, presionaba, lideraba y descongestionaba el juego pucelano. Siempre daba una opción y sin descanso trabajaba para ofrecer alternativas ofensivas en busca de su cuarto gol del año.
Por instantes conseguía esas opciones y el partido se acercaba al descanso con una decaída en el juego y en la intensidad pucelana pero en un partido que los pucelanos merecían ir ganando en una lucha igualada. Por desacierto ofensivo o acierto de Serantes, el empate seguía en el marcador hasta que Samuel Llorca decidió probar una suerte lejana. El capitán del Real Valladolid, en lo que se llama el minuto psicológico, hacía el 1-0. Con ayuda del meta madrileño, un disparo lejano del alicantino se alojaba en las mallas pepineras. El partido tomaba justicia y se ponía de cara para unos locales que ganaban segundos antes del descanso ese punto de fuerza y confianza que necesitan. Parecía que todo estaba de cara. Pero sólo parecía.

En el momento del gol
Marcar a pocos segundos del descanso y con un fallo del meta rival, debe cambiar el partido. En una dinámica normal, el Real Valladolid aprovecharía la circunstancia para intentar rematar el marcador. La lógica sería esa pero, ahora mismo, en el seno del estadio José Zorrilla nada parece lógico y nada toma el camino que esperan los pucelanos. La fuerza mental del Leganés es muy superior a la del Real Valladolid. Unos están hechos y otros dudan en el caminar. Los pepineros, como aseguraba Portugal en la previa, saben a qué juegan y cómo lo deben hacer. Son un equipo “organizado” y lo demostraron en todas las facetas del juego.
El otro bando, tristemente, no. Perdidos, el juego local fue decayendo y desde el banquillo no se puso freno a una caída libre que iba directa al empate o a la derrota. Mientras Asier Garitano quemaba sus naves en el minuto 65, el Real Valladolid esperaba al devenir del partido para intervenir. Sin excesiva prisa por entrar en el encuentro, Miguel Ángel Portugal no jugaba sus cartas. Así, aprovechando los huecos que dejaban un equipo cansado, dubitativo y sin balón, el Leganés se crecía. Lo hacía en exceso sobre el marco de un Kepa Arrizabalaga que ciertamente nunca tuvo opción de quedarse frío ni perderse en el tempo del partido.
A merced del Leganés
Kepa no estuvo alejando nunca del partido. Estuvo dentro del juego pero nunca tanto como en los últimos 15 minutos. En los últimos coletazos del partido, el vasco vio como demasiados jugadores verdes merodeaban su área. De las dudas y de los miedos con los que se esperaba ver al Leganés tras el gol pucelano, el partido avanzó y los madrileños consiguieron el empate. Un desajuste defensivo de los locales a balón parado fue el premio a una fase del encuentro en la que el Real Valladolid estuvo a merced del Leganés. El orden y las ideas claras de un equipo se impuso ante el nerviosismo y la espesura de un buen equipo que sigue sin encontrar su camino.
Frenada la sangría de resultados que costaron el puesto a Gaizka Garitano, este equipo se debe exigir más. En todas sus circunstancias, el Real Valladolid debe ofrecer más. Desde el banquillo se debe conseguir un guion más estructurado y no vivir de las sorpresas. Se debe dar consistencia al trabajo semanal y aprovechar las variantes de una plantilla con alternativas. En definitiva, Miguel Ángel Portugal debe buscar el matiz que haga crecer a su equipo y que le permita arrancar definitivamente este proyecto porque tras un esplendoroso debut, el Pucela es muy similar al de hace tres o cuatro semanas.