El Real Valladolid empata (1-1) en su visita a Almería. Ambos conjuntos pudieron obtener la victoria desde el punto de penalti. La opción pucelana, en el descuento
Con Miguel Ángel Portugal en el banquillo y tras la victoria (2-1) ante el Club deportivo Mirandés en el debut del nuevo entrenador, el Real Valladolid saltaba al terreno de juego del estadio de los Juegos del Mediterráneo con la moral reforzada y con la intención de olvidar la mediocridad que está envolviendo su temporada desde el arranque de la competición. Fechas concretas, partidos muy definidos o tramos muy aislados han dejado al Real Valladolid en una posición ilusionante pero su realidad es otra. Ante el Almería se volvía a ver a un equipo poco solvente en defensa y con poca confianza en ataque. En definitiva, un equipo nervioso que se convierte en mediocre tras los pocos argumentos que muestra en el terreno de juego. En esta ocasión, al menos, las pocas variantes del juego no significaron una derrota. El talento individual de determinados jugadores pucelanos mereció un punto que sabe a poco pero que, al fin y al cabo, sabe. No es poco para la situación vallisoletana.
Supuesto potencial o realidad
Hace unas semanas, con el calendario en la mano, este encuentro resultaba muy atractivo. Dos aspirantes por el ascenso frente a frente. Dos de los proyectos más ambiciosos de la categoría en liza para ver su verdadero potencial. Ahora, con la competición en marcha, el encuentro vivía más en las suposiciones que de realidades. Ambos llegaban a la cita con cambio de entrenador y siendo los únicos conjuntos de la categoría tras una destitución. Carrillo y Portugal vivían su segundo duelo en sus respectivos banquillos con mucho trabajo por delante pero pocas fechas en el casillero.
[quote style=»3″] Todos sabemos dónde estamos y conocemos la exigencia del Real Valladolid.
Miguel Ángel Portugal, en la rueda de prensa previa al partido ante la Unión Deportiva Almería [/quote]
De esta forma, el partido no podía ser analizado ni esperado por el potencial que a ambos conjuntos se les presupone. La situación clasificatoria de ambos dejaba el encuentro en un duelo de urgencias en el que se debía esperar poco fútbol y muchos nervios. Así fue, la calidad de jugadores como Rodri, Chuli, Quique o Juan Villar fue esporádica. Aquello que fue fijo fueron los nervios, las presiones y la ansiedad por conseguir una victoria que diera la vuelta a la situación de ambos equipos. Finalmente, nada cambió y ambos demostraron por qué su momento de juego le ha llevado a esta situación, un contexto que ya es preocupante.
El efecto gaseosa
Miguel Ángel Portugal hablaba en la rueda de prensa previa al partido que el estado anímico del equipo era mejor que hace unos días pero que tampoco era para “lanzar las campanas al vuelo”. Este Real Valladolid aún necesita mucho trabajo psicológico para ser más fuerte y, futbolísticamente, para mantener el nivel de juego que propuso durante los primeros 10 minutos de partido. Solucionados, ya con Gaizka Garitano, los malos inicios de partido del equipo, el Pucela tuvo el llamado ‘efecto gaseosa’. Un inicio fuerte pero poco duradero que terminaría muy rápido.
Un disparo de Johan Mojica al palo a los seis minutos daba esperanzas de seguir viendo a un Real Valladolid fuerte y convencido. Nada más lejos de la realidad. La mediocridad en la que está sumido este equipo estaba en el ambiente. El dominio del balón no existía y tras acogotar por instantes a los locales en su campo, el Almería dio la vuelta al timón del partido y comenzó a llegar sin peligro al área de Kepa Arrizabalaga.
Sin casi ocasiones ni intervenciones del portero vasco, la primera parte fue decayendo en intensidad. Se dieron 20 minutos iniciales en lo que ambo equipos mostraron parte del potencial que, supuestamente, poseen en sus plantillas. El avance del encuentro mostraría las penas que ambos poseen y que les tienen anclados en los puestos más bajos de la clasificación por méritos propios. La fuerza inicial se perdía y la realidad era ya galopante. Ni fuerza, ni ocasiones, ni calidad, ni potencial de dos equipos bloqueados mentalmente que viven asustados por sus miedos y por los fantasmas del pasado más reciente.
De Kepa a Mojica
Por genialidad individual parecía imposible que ninguno de los dos equipos pudiera llevarse el partido. La dinámica del partido y la realidad de ambos equipos invitaban más a aprovechar un error del rival, como así fue. El Almería se adelantaría en el marcador al aprovechar un error de Kepa y el Real Valladolid empataría el duelo aprovechando un error defensivo en cadena de los andaluces. Por méritos propios, no. Por falta de confianza del rival, sí. Éste es el momento que viven los dos equipos y que les aleja mucho del objetivo que se marcaron en verano y al que se les apuntaba tras la confección de sus plantillas.
Entre un gol y otro y entre un fallo y otros, dos nombres pucelanos sobresalían. Kepa Arrizabalaga en el aspecto negativo y Johan Mojica en el positivo. Mientras el vasco fallaba en el tanto almeriense, el colombiano alimentaba las esperanzas visitantes con su segundo tanto de la temporada. Una genialidad del ‘3’ sacaba al Pucela de la penumbra a la que Quique González había obligado a vivir al Pucela tras su quinto gol de la temporada.
Los 11 metros de la circunstancias
El empate no valía a ninguno de los dos equipos. Ambos necesitaban la victoria pero su estado no le llevaría a ella. Poca elaboración, pocas ocasiones, muchos miedos y el regreso de esas cadenas que el Real Valladolid parecía haber eliminado ante el Mirandés. La triste realidad de ambos conjuntos ofrecía un fútbol paupérrimo en uno de los partidos más importantes de la jornada y que, finalmente, cualquiera pudo llevarse.
En dos acciones evitables pero bien señaladas, el árbitro concedió dos penaltis. Uno para cada equipo. Ambos desaprovecharían esas inmejorables opciones para firmar tres valiosos puntos que les hubieran eliminado parte de esos miedos que quedaron claros en el juego y en 90 minutos de querer, intentarlo y no poder hasta el nivel de no saber. En el ámbito pucelano la acción de Johan Mojica en el último instante del partido deja un sabor amargo de un punto justo que deja la hoja de Miguel Ángel Portugal en un elogiable cuatro de seis.