Tras seis partidos, el Real Valladolid no muestra la evolución de juego deseada. El Pucela de Gaizka Garitano se basa actualmente en el carácter competitivo y luchador
• Llegando al mes de octubre, el Real Valladolid sigue sin encontrar la tecla de su juego. El equipo ha conseguido su primer punto como visitante pero sin esa deseada evolución de juego que se espera de un gran plantel •
En el mundo de fútbol siempre pueden existir excusas. En las primeras jornadas estaba el hecho de que el Real Valladolid de Gaizka Garitano aún no estaba conjuntado y que faltaban varios jugadores para cerrar la plantilla. Ahora, supuestamente, falta tiempo para conjuntar todas esas piezas que han llegado tarde e, incluso, que alguna de ellas adopte un nivel físico aceptable para la competición. Todo es comprable. Es cierto que a Diego Rubio le falta trabajo y evolución para poder ser una alternativa de titular real. A Erick Moreno, por ejemplo, le falta mucho para estar en unas buenas condiciones físicas. Por otro lado, Javi Chica debe mejorar de sus molestias físicas para poder volver a ser el lateral derecho titular del equipo. Así, todos los jugadores viven un momento individual cuestionable. Todo es mejorable, obviamente, pero estas limitaciones no deben privar al Real Valladolid de asentir al ver que su evolución de juego no es la esperada. Con el equipo ya unido y pasados más de 20 días desde el cierre de mercado, a este Pucela se le debe pedir más. Se le debe exigir porque está capacitado para darlo y porque por calidad, alternativas y posibilidades puede ser un equipo dominador, rasgo que no está teniendo aún esta temporada.
Sin casi evolución
Dejando a un lado las excusas o las justificaciones, según se quieran ver, lo cierto es que el Real Valladolid no está evolucionando como se esperaba. Con seis partidos disputados, el Pucela de Garitano necesita crecer mucho más con el balón para poder dominar los partidos como el entrenador quiere hacerlo y como el entorno espera que haga. Independientemente del estilo de juego que se promulgue, el Real Valladolid 2015/2016 debe mostrar una evolución que, hoy por hoy, no existe. Desde el debut en Córdoba, el equipo ha tenido buenas fracciones de juego. Más cortas que largas pero el equipo sólo ha sabido tener buenos momentos de forma esporádica.
Tal nivel es pobre para una entidad como el Real Valladolid y en una categoría como la Segunda división. Actualmente, el equipo debe ser dominador. Da igual en qué circunstancias y con qué estilo pero Gaizka Garitano debe empezar a ver a su equipo como el líder de juego que no es actualmente. En Soria, la última comparecencia del nuevo proyecto, el Real Valladolid no dominó el juego. Consiguió mantener un buen nivel defensivo y conceder pocas ocasiones a rival pero el balón duraba muy poco en los pies de los blanquivioleta. De igual forma que el esférico era poco tiempo del Real Valladolid, los contragolpes tenían poco fundamento. Es decir, las opciones de dominar eran pocas porque, en definitiva, este Pucela debe mejorar mucho el estilo de juego. Debe evolucionar mucho más de lo que lo está haciendo. Margen para hacerlo, tiene. Confianza en ello, debería tenerla también.
Carácter competitivo
Pese a que es obvio que el Real Valladolid no está en un buen momento de juego, el equipo está en saldo positivo, es decir, tiene más partidos con puntos que derrotas. Tras el empate en Soria, el equipo suma siete puntos en los que el carácter competitivo ha sido básico. En Ponferrada, Oviedo o Soria, se ha tenido que competir en inferioridad numérica. Tramos de desventaja de 50 minutos e, incluso, de 70 minutos como en El Toralín. Pese a que en el primer derbi regional la derrota (3-0) fue muy dolorosa, el grupo supo dar la cara ante las adversidades hasta el tramo final del partido.
Sin un juego excelso y sin apreciar la evolución esperada, el equipo tira de casta de lucha y de carácter para intentar crecer sin un ambiente enrarecido. El juego no es brillante, es obvio, el equipo tampoco evoluciona lo que se esperaba pero este Real Valladolid está sabiendo sacar fuerzas para no quedarse atrás ni descolgado en la clasificación. Sin un buen nivel ya suma siete puntos de 15 y lo hace con un carácter competitivo y de brega que sin poder ser el timón que use el equipo, sí se acepta como un plan alternativo. Ante adversidades y niveles de juego pobres, el equipo se podrá basar en esa fuerza para apretar los dientes. Mientras tanto, está obligado a mejorar sus prestaciones de juego.