Sólo una campaña es lo que ha durado Joan Francesc Ferrer en el banquillo pucelano. Mucho ruido y pocas nueces, esa es la impronta que ha dejado el de Vilasar de Mar
• «Una metodología perfecta sin una buena ejecución», la marcha de Rubi •
Corría el verano de 2014 cuando arribaba a orillas del Pisuerga el encargado de reflotar un proyecto que había hecho aguas un año antes con Juan Ignacio Martínez en la «Liga de las Estrellas». Precisamente, ya en la última campaña de los blanquivioletas en la élite el nombre del preparador catalán soñaba con fuerza pero, finalmente, Tito Vilanova lo reclutaba para su staff técnico. Con un año de retraso, Braulio Vázquez y Carlos Suárez decidían que Rubi tenía la llave del ascenso.
Con un proyecto, teóricamente, a dos años pero rocambolesco a todas luces, los fichajes para formar un gran bloque fueron llegando uno a uno. Nombres a parte, el optimismo se instalaba en Valladolid y uno de los grandes artífices era el míster. Sus credenciales del casi ascenso con el Girona y las horas observando el juego en el Camp Nou, provocaban que el camino sinuoso de la Segunda División, se tornara una gran línea recta descendente. Primer fallo del curso, menospreciar a una categoría muy difícil en la que los recién descendidos no tienen el billete comprado de antemano para volver a la Liba BBVA. ¡Qué equivocados estábamos todos!

Rubi 1.0. Primera vuelta
Si algo está claro en esta campaña 2014/2015, es que ha habido dos partes claramente diferenciadas en los resultados del plantel y con ello, en los de Rubi. En los primeros 21 partidos, las opciones de ascenso permanecían intactas. Los encuentros en Zorrilla, quitando una mañana lluviosa en la que Las Palmas se llevaba los tres puntos, prácticamente se contaban por victorias y lejos del José Zorrilla los resultados no eran los más deseados, pero se suplían con los caseros. Los que hemos tenido oportunidad de asistir a algún entrenamiento, podíamos ver a un equipo entregado a su entrenador y viceversa. Eso es vital. La táctica primaba y cuando los partidos se torcían, la madurez con la que los sacaba adelante el de Vilasar de Mar, era incuestionable. La afición sabía que había entrenador.
Girona, Betis, Sporting, Ponferradina, Zaragoza…ninguno podía con el Rel Valladolid y eso también era por el buen hacer de Rubi y los suyos. Carisma, preparación semanal, ganas de luchar todos a una… Rubi formaba con ingredientes vitales para que el guiso del ascenso fuera gestándose. La cocción tenía fundamento pero, lamentablemente, llegó Palamós.
Rubi 2.0. Segunda vuelta
La mentira del proyecto a dos años se consolidaba con los fichajes invernales. Jonathan Pereira, Hernán Pérez y Túlio de Melo no son hombres ni nombres para pasar el rato y trabajar de cara al futuro. Futbolistas de enjundia que hacían del Pucela un señor equipo. Otro fallo de este Real Valladolid: nombres y no equipo. El punto de inflexión, el descenso de posibilidades de éxito, el inicio de malas dinámicas arrancaba frente al Llagostera.
Con esa derrota, la caja de pandora y la caída progresiva de la guillotina que decapitaría la cabeza de Rubi comenzaban su andadura. Con más pena que gloria, los duelos de locales los sacarían adelante, pero la cruda realidad del equipo se viviría en lejos de Valladolid. Un servidor tuvo la oportunidad de ver al equipo en Ponferrada y Sevilla. Maldita la hora en la que compré las entradas. Todo el mundo dice que el partido frente a la Deportiva marca la temporada, yo añadiría más, marca la temporada y el futuro de Joan Francesc Ferrer. El despropósito vivido allí, en Girona, en Sevilla, en Tenerife…y en tantos sitios, incendian Zorrilla. A partir de aquí, viene el gran fallo de Rubi: el trabajo psicológico.
Con un equipo hundido cada vez que actuaba de visitante, con una parroquia cada vez más nerviosa y con unos rivales que no fallaban, el preparador catalán no supo unir al vestuario para remar todos en la misma dirección. La calidad que atesoraba este Real Valladolid le ha valido para meterse en play-off pero nada más. No se ha visto un equipo, un bloque, se han visto rachas de individualidades y así es imposible. «Somos un equipo frío para lo bueno y para lo malo», promulgaba en rueda de prensa el de Vilasar de Mar. Ser frío en el fútbol normalmente sólo trae disgustos. Y así ha sido. La guillotina acababa con Rubi.
Pese a su fin blanquivioleta, Rubi tiene grandes conocimientos futbolísticos. Tiene al alcance de la mano triunfar en los banquillos. En breve, lo veremos entrenando en Primera División. Todo esto y mucho más es lo que puede ofrecer Joan Francesc Ferrer. Cuando equilibre la táctica con la psicología interna de vestuario, cuidado que se viene un gran míster aunque en Valladolid no se haya visto en su plenitud. ¡Mucha suerte en tu camino, Rubi!