El Real Valladolid decide no renovar a Carlos Peña y el lateral zurdo hace las maletas dejando huella en su puesto. Se marcha con el sueño de debutar en Primera división
• El lateral izquierdo salmantino abandona el Real Valladolid tras cinco temporadas •
La primera piedra del proyecto que se creó para ascender en el Real Valladolid en el año 2010, dice adiós. Carlos Peña, lateral izquierdo salmantino, que llegaba al estadio José Zorrilla desde el Recreativo de Huelva cierra su etapa blanquivioleta tras cinco temporadas para marcharse al Real Oviedo, conjunto recién ascendido a la categoría de plata del fútbol español. Con 32 años, este canterano del Fútbol Club Barcelona cierra la fase más gloriosa de su carrera con la sensación de que tanto el club como él debían oxigenarse. Las cinco campañas vividas a orillas del Pisuerga no han sido fáciles. Se ha tratado de una época muy exigente en la que Carlos Peña ha tenido que tomar galones dentro y fuera del campo. Con su marcha, el Pucela pierde a uno de los jugadores más utilizados en las dos últimas temporadas pero, sobre todo, a uno de sus líderes en el vestuario. Con la marcha del ya ex ’17’, Pucela dice adiós a un lateral muy competitivo, a un jugador de equipo y a un capitán sin brazalete.

Ejemplo en los momentos duros
La realidad de Carlos Peña es que deja Valladolid tras más de 170 partidos. En números redondos, el ya jugador ovetense se marcha con una media de 35 encuentros por temporada. Realmente, los datos no son así porque el salmantino vivió dos temporadas muy duras en el seno blanquivioleta. La primera de ellas, la de su llegada. Pese a ser un hombre que conocía el entonces entrenador, Antonio Gómez, las oportunidades que recibió fueron pocas. Hasta la marcha del hoy ayudante del Real Madrid y la de Guilherme Oliveira, Carlos Peña no se hizo con el puesto de lateral izquierdo del Real Valladolid.
A la llegada de Abel Resino, los informes que existían sobre Carlos Peña no eran positivos. Su rival por el puesto estaba mejor valorado. Con este panorama, tuvo que ponerse el mono de trabajo y pelear con uñas y dientes por su sueño: debutar en Primera división. El camino hasta ese sueño que se produjo en un duelo en Valladolid ante el Levante, fue muy duro. Su constancia para ser valorado por Abel Resino y recolocado por Miroslav Djukic le hizo terminar siendo una pieza clave en el ascenso de 2012. Tras ese éxito, llegaría una temporada complicada. Con Antonio Rukavina y Mikel Balenziaga como laterales asentados, Carlos Peña vivió su primer año en la élite como un jugador muy secundario.
• «Con altibajos, Carlos Peña siempre fue importante», sus datos en el Pucela •
Pese a ver que el sueño tenía tintes muy negativos, Peña no tiró la toalla. Tal gesto no es de su estilo y se presentaría en la élite del fútbol español más como central que como lateral. Aprovechando las ausencias de varios de sus compañeros, el ex jugador blanquivioleta demostró que los buenos jugadores se ven sobre el campo pero profesionales se demuestran en el día a día. Con trabajo diario, Carlos Peña demostró en dos momentos muy concretos de su etapa pucelana que ante todo es profesional y un ejemplo para el vestuario. Con ello, Carlos Peña se marcha del Real Valladolid demostrando liderazgo.
Un triste final
Con un ascenso bajo el brazo y 54 partidos disputados en la élite puede parecer que Carlos Peña se marcha de Valladolid con una sonrisa de oreja a oreja pero no es así. Su sentimiento de esta etapa se termina con un mal sabor de boca. El lateral deja el estadio José Zorrilla tras un traumático descenso y la pena de no conseguir el ascenso durante la campaña que acaba de terminar. El sentimiento de culpa es alto por el hecho de dejar al Real Valladolid en un sitio que no le corresponde y con el cargo de conciencia de hacerlo sobre el campo.
Si en su primer año y en la primera temporada en la élite, Carlos Peña tuvo que apretar los dientes para vestirse de corto, durante las dos últimas temporadas ha tenido el puesto asegurado. Con Juan Ignacio Martínez fue vital y de la partida en 39 partidos. Recientemente, con Rubi como entrenador, ha disputado 41 partidos. Un total de 80 partidos en dos años que le dejan con el cartel de imprescindible en los dos últimos fracasos pucelanos. Estar en ellos no le hace máximo culpable porque tras cinco años todo el entorno del Real Valladolid sabe qué tipo de futbolista y profesional es Carlos Peña pero la realidad es que el jugador se marcha de la peor forma posible, con el equipo en Segunda y tras un final de etapa con más sombras que luces. En definitiva, un final que uno de esos héroes que en 2012 peleó por el Real Valladolid por encima de todos los intereses no merece.