La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

Linternazos

Fracaso en fútbol. Decepción por la ilusión creada

El Real Valladolid cierra la temporada tras no superar la semifinal de la promoción de ascenso. La campaña se cierra con un fracaso de fútbol y una enorme decepción

La temporada 2014/2015 ya es historia para el Real Valladolid. Tras el empate en el estadio de Grancanaria, el equipo de Rubi confirmaba que todo el trabajo realizado desde el pasado 10 de julio ha sido inservible e insuficiente para conseguir el objetivo marcado por el club: ascender a Primera división. En total han sido 44 partidos ligueros que no han valido para llegar a esa pequeña obligación de regresar a la élite. El por qué no se ha conseguido es el objetivo actual. El Real Valladolid entra en una profunda reflexión para analizar el fracaso de fútbol que ha significado la temporada y la decepción de convencimiento que ha supuesto para todo el entorno el devenir del año y su final. La caída ha sido dura. El cómo se ha caído, aún más. Ahí debe comenzar el análisis.

Roger tras la eliminación (El Norte de Castilla)
Roger Martí tras la eliminación en Las Palmas

Análisis en frío
Pasados los días desde ese varapalo que significó no conseguir anotar un gol en el estadio de Las Palmas, ha llegado el momento del análisis. Ese examen exhaustivo y frío que debe encontrar algunas de las claves de por qué este equipo, con una de las supuestas mejores plantillas de la categoría, no ha competido en los momentos importantes. Un vestuario con nombres como Óscar González, Marc Valiente, Hernán Pérez o Roger Martí no peleó de una forma real por el acenso directo de la misma forma que no lo ha conseguido hacer por el play-off. Rubi no ha conseguido convencer durante la temporada a su equipo para dar un golpe definitivo. Cuando el proyecto estaba ante una oportunidad de oro, temblaban las piernas y se visualizaba la peor versión blanquivioleta.

Pese a esa mala versión que se ha visto durante algunas fases de la temporada y en los momentos más cruciales, el éxito de llegar a la final de la promoción estuvo en un gol. Sólo uno. Es decir, tan cerca pero, a la vez, tan lejos, analizando el juego del encuentro de vuelta en Canarias. Esto ha sido lo que ha separado a los pucelanos de esa segunda oportunidad para ascender. La realidad habla de que el equipo no estuvo a la altura. Es cierto que en una minúscula parte no se le dejó que llegar a ese mínimo pero antes, tampoco consiguió hacerlo. La decepción por lo visto en la primera final definitiva de la temporada ha sido alta. Las decisiones tras ver cómo se cerraba la temporada podrían haber sido excesivas. Braulio Vázquez y Carlos Suárez necesitan un tiempo de reflexión aunque parece que la lógica se impondrá y los cambios llegarán como deben darse.

Fracaso de fútbol
Esto es un deporte llamado fútbol y un juego en el que el Real Valladolid no ha cumplido el mínimo exigible por diferentes circunstancias. Un club de la entidad del blanquivioleta debe ser un líder sobre el campo y sólo lo ha sido en algunas fases de la temporada. Para poder competir por un objetivo ambicioso, el Pucela debe ser constante y no lo ha sido. Ni mucho menos. El equipo de Rubi ha alternado grandes partidos con tremendas decepciones. Sin una personalidad de líder y un juego regular, los méritos para ascender son mínimos.

En esos vaivenes de juego, el Real Valladolid mostraba sus debilidades. Los rivales las detectaban y las aprovechaban. Aquellas deficiencias se vieron en duelos vitales para terminar costando puntos transcendentales. Perder en Tenerife, en Ponferrada o no ganar tres duelos casi consecutivos en Zorrilla ante Sabadell, Osasuna y Real Zaragoza dejaron a los pucelanos fuera de la pelea del ascenso directo y, lo que es peor, con sus carencias al aire. Así, el Pucela estaba tocado y Rubi cuestionado. El buen entrenador que había adquirido Braulio Vázquez durante el verano veía cómo se derrumbaba su proyecto. Poco a poco, entre partido y partido, el ex del Girona o Fútbol Club Barcelona perdía enteros al no saber sacar el jugo de éxito a una plantilla de grandes recursos.

Decepción de convencimiento
Con la llegada de Rubi y la marcha de Juan Ignacio Martínez, injustamente tratado durante su andadura de la pasada campaña, el entorno del Real Valladolid parecía ilusionarse. Tras un año que terminaba con el descenso, el Pucela vivía una ilusionante preparación. Un preparador del estilo culé y que procedía del primer equipo barcelonista parecía una apuesta segura. Él, junto a jugadores de la talla de los que se firmaban en verano, los que se mantenían pese al descenso y aquellos que se adquirían en invierno, el proyecto convencía como pocos. Así, el ascenso directo parecía una obligación.

Esa obligación se tornaba poco a poco en decepción con el paso de las jornadas. El fracaso de fútbol y seguridad depositada en el equipo ha costado más de un disgusto durante la temporada. Esas penas y malos tragos durante la campaña tendrán consecuencias graves. El Real Valladolid debe preparar una remodelación del proyecto. Desde el banquillo hasta el terreno de juego, Braulio deberá solventar este primer fracaso de fútbol que ha vivido en Valladolid. El gallego firmó un proyecto interesante. Reclutó grandes nombres y convenció al entorno de que lo que había configurado era un éxito. Tristemente, nada ha servido y los resultados hablan de que el Real Valladolid deberá seguir un año más en la categoría de plata del fútbol español. Un palo pero, a la vez, una experiencia que para empezar en el Pucela no está nada mal. Una dosis de la actual realidad pucelana.

𝟭𝟵𝟴𝟴. 𝘗𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘱𝘰𝘳𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘺 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘯𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘜𝘌𝘍𝘈 𝘗𝘙𝘖. Creo que en el fútbol todo tiene el término apropiado y un porqué obligatorio. Por ello, desde 2007 llevo entrenando equipos y escribiendo sobre cómo entiendo este deporte