Sin un gran fútbol, el Real Valladolid se impone al Leganés. Pese a este pobre juego, los goles de Álvaro Rubio y Roger Martí provocan la cuarta jornada sin perder
«Superando la crispación, el Real Valladolid gana» | Crónica de la victoria al Leganés
Fecha marcada en rojo en el calendario blanquivioleta. Llegaba la primera de las siete finales que le restan al conjunto de Rubi. Siendo el último combatiente de todos los rivales del ascenso en mostrar sus cartas, el nerviosismo crecía. Las victorias de Girona, Las Palmas y Sporting provocaban que sólo valiera la victoria ante un gran Leganés en entusiasmo, juego y afición. Poco a poco las 18:15 arribaban y el cielo, como de costumbre, se iba ennegreciendo. Curiosidad o capricho, júzguenlo ustedes mismos. Con novedades en la convocatoria, el once de Rubi volvía a ser original. Lluís Sastre y Álvaro Rubio comandarían la nave blanquivioleta. Con alguna que otra ocasión por parte local antes de la media hora, los pepineros empezaron a llevar el ritmo del partido antes del descanso, con gol bien anulado incluido. El que golpearía sería el Pucela. Álvaro Rubio empuja a la red. 1-0 y descanso. Nada más. El segundo acto, más de lo mismo, dominio alterno y de nuevo Óscar en acción para forzar una pena máxima que Roger no perdonaría. Victoria sin brillo pero tres puntos en medio de un buen aguacero.

Batalla por retener el esférico
Por norma general, en este fútbol moderno que nos está tocado vivir, hay dos clases de entrenadores que inculcan su estilo a su plantilla. Por un lado, aquellos a los que les gusta tener el balón y, con él, crear todo el juego. Por otro lado están aquellos que no quieren el balón en exceso y así poder mostrar otras armas que les permitan ganar sus encuentros de una forma diferente. Válida pero diferente.
En el duelo ante el Club Deportivo Leganés, se dieron cita dos versiones de la primera opción, aquella que quiere crear su fútbol gracias al balón. Esta versión es de agradecer desde la grada. El dominio alterno se debía, principalmente, a eso. Fases del juego en las que dominaba el Real Valladolid con Álvaro Rubio y Lluís Sastre más presentes, y otras en las que el triple pivote de Asier Garitano con Eraso, Erik Morán y Diamanka superaban a sus homónimos rivales. En ese intercambio de papeles, dos destellos de la calidad blanquivioleta fueron los que marcaron las diferencias en el marcador. Gracias a esta bonita batalla en el centro del campo, el partido vivido en el coliseo vallisoletano tuvo más alicientes de los que puede parecer por juego y resultado. El encuentro tuvo alternativas y el público las agradeció como lo hizo con el planteamiento de los dos entrenadores.
Javi Varas y Óscar González, diferenciales
Después de 36 fechas tachadas en el calendario particular, es obvio la diferencia que existe entre equipos que se manejan entre individualidades y los que lo hacen remando todos como un bloque. Normalmente, los segundos tienen las de ganar aunque siempre hay excepciones. El Real Valladolid es de los primeros. Los 62 puntos no son casualidad. Hay trabajo y sentimiento de equipo pero con esa idea clara de juego no llega y parece que ya no va a llegar. De ahí que las individualidades mantengan al equipo en puestos de play-off.
Ante el Leganés, dos nombres lucían más que el resto: Javi Varas y Óscar González. Al salmantino le vale estar más de una hora deambulando por el campo para que en tres jugadas de una asistencia, combine con Hernán para tener una oportunidad clara y forzar el penalti que sentencie el encuentro. Ni Xavi Hernández hace más en tan poco tiempo. Lástima que no trabaje algo más. Por otra parte, Javi Varas se está convirtiendo en ese portero que todo equipo quiere tener. A la altura de sus buenas campañas en el Sevilla, las intervenciones de los últimos partidos del guardameta hispalense han provocado que Desde la grada de Zorrilla se le ovacione como merece. Portero diferencial para esta división de plata.
Extraños movimientos
Eran más o menos las 17:10 del domingo cuando se daba a conocer el once titular del Real Valladolid. Portero el de siempre, la defensa de casi siempre, Lluís Sastre…¿Sastre? El mallorquín, titular. Nada seguía el guión previsto. En el banquillo los de siempre menos André Leão y Jonathan Pereira. Entraba David Timor. Lesionado. En definitiva, mosqueo total. ¿Cómo entra en la lista un jugador lesionado? Con los motivos expuestos por el club acerca de las bajas del portugués y del gallego, la incertidumbre residía en el valenciano. Y efectivamente, estaba vestido de corto.
A lo largo del encuentro todos calentaron menos el ’22’. La explicación a su incursión en la lista se produjo en el descuento. Como si del más listo de la clase se tratara, el centrocampista lanzaba un balón al terreno de juego. El árbitro se percataba y acto seguido, David Timor era amonestado. El objetivo no era perder tiempo. Nada de eso. Con nueve amarillas y siendo baja por lesión para Huelva, la acción significaba una tarjeta provocada. Así se cumple ciclo con el jugador lesionado y se le libera para las últimas cinco jornadas. Jugada maestra que por una vez no hace que los pardillos sean los de blanquivioleta.
