Un recital de Jonathan Pereira devuelve al Real Valladolid a la senda del triunfo (1-5) y del buen juego. Óscar González y Johan Mojica añadieron sus goles en Son Moix
Después de sorprender con una goleada histórica para cerrar el año 2014, el Real Valladolid comenzaba el 2015 con la prolongación de la racha y el buen juego. Dos victorias consecutivas ante Real Zaragoza y Deportivo Alavés elevaban las expectativas de la temporada. Con 11 goles anotados sin haber recibido ninguno, la montaña rusa en la que se estaba convirtiendo la temporada blanquivioleta estaba en un punto muy alto para cerrar la primera vuelta. El equipo llegaba alto de confianza y juego a Palamós para intentar cerrar el primer tramo de la campaña con una sonrisa. Tristemente no se consiguió y el equipo vivió una caída tan brusca como inesperada.
La mala imagen en la derrota ante el Llagostera fue sorprendente. La versión bipolar del Real Valladolid regresaba y Rubi no podía permitir que el equipo tuviera esas dos caras. Él sabe que sin regularidad el objetivo se aleja. Para ver a un Pucela que crea en su objetivo la estabilidad en el juego es obligatoria y ésta parece haber regresado en Mallorca. Con Jonathan Pereira al mando del juego ofensivo, el Real Valladolid volvía a realizar un partido perfecto de esos con los que lleva soñando Rubi desde su llegada al estadio José Zorrilla.
Superando en juego, en dominio y en calidad a la goleada ante el Fútbol Club Barcelona B, los pucelanos golpean de nuevo sobre la mesa del ascenso directo. Lo hacen con fuerza porque no se dan por perdidos pese a la entidad de Real Betis y Unión Deportiva Las Palmas. Las formas y el dominio de esta importante victoria en Son Moix muestran que la imagen de Palamós debe ser sólo una mancha en el currículum de una temporada tan larga como ésta. El camino está marcado y el Real Valladolid se salió una semana pero no llegó a perderse.
Capacidad de reacción
El viento volvía a ser protagonista de un duelo del Real Valladolid por segunda semana consecutiva. Con el mal recuerdo que dejaba esta inclemencia en Palamós, el encuentro no podía comenzar peor en Mallorca. Viento en contra y gol muy tempranero de Marco Asensio. El Real Valladolid debía remontar y lo tenía que hacer demostrando todo el fútbol que tiene y toda la fortaleza y carácter que el propio entrenador comentaba tras el partido.
“El equipo necesitaba remontar un partido para demostrar la personalidad y el carácter que tenemos para superar adversidades”. A las palabras de aquel que más conoce a la actual plantilla del Real Valladolid había que sumar la calidad del último fichaje pucelano. Con el equipo perdiendo y el peligro acechando, Jonathan Pereira tomó el mando y con calidad, destreza y goles dejaba el partido finiquitado antes del descanso.
Dos goles del delantero vigués en seis minutos abortaban el tanto inicial de Marco Asensio para dejarlo definitivamente enterrado en el momento en el que el protagonista del duelo asistía a Johan Mojica. Con ese tercer tanto se llegaría al descanso pero no al final del recital de un futbolista lleno de calidad, desparpajo y aclimatación. Jonathan Pereira en su segunda titularidad demostraba que la aclimatación no siempre es obligatoria de igual forma que cerraba el capítulo de una posible duda sobre el rendimiento con otros futbolistas. Óscar González, Mojica, Jeffren, Alfaro, Roger… cualquiera de los integrantes de ataque de este Real Valladolid se sabe complementar con Pereira. Los buenos jugadores saben hacerlo sin necesidad de conocerse a la perfección.
Morir atacando
El duelo ante el Llagostera da para muchos informes y muchos debates. Posiblemente la gran mayoría sean exagerados al tratarse sólo de 90 minutos y, sobre todo, tras ver la respuesta del equipo una semana después. Este Real Valladolid es un equipo completo. El diseño de Rubi ha hecho que el equipo sepa qué debe hacer en muchas fases del duelo y de diferentes formas.
Al descanso de Mallorca se llegaba con una diferencia de goles igual que la obtenida en Zaragoza pero en un partido con muchas diferencias. En La Romareda, la situación del encuentro, el empuje de la grada y el carácter del rival obligaban a una tranquilidad que invitara a dormir el partido. En Son Moix, la situación era diferente. El partido estaba frío, el estadio congelado y la afición rival silenciada. Se podía pedir más y Jonathan Pereira lo daría. Un gol y una asistencia a Óscar González comenzaban a hablar de lo que es capaz esta pareja. Calidad, rapidez de juego y gol. Ambos lo tienen todo para liderar el juego ofensivo del Real Valladolid y demostrar todo lo que dejaron en el césped mallorquín. Será difícil poder mostrarlo con la efectividad de este duelo pero el camino blanquivioleta también está definido en este punto tan decisivo.
El partido perfecto
Morir atacando y no tener descanso ni darle final a la ambición. Buscar que todos los jugadores que entraban desde el banquillo tuvieran, también, su parte de protagonismo y conseguirlo. Dar un golpe sobre la mesa y decir a Betis, Las Palmas y el resto de rivales por el objetivo que éste sí es el nivel del Real Valladolid. Mostrar un nivel muy alto de juego gracias a un dominio casi total del esférico y de las ocasiones. Todo ello, sumado a una lectura perfecta del partido dejan la visita blanquivioleta a Mallorca al nivel del duelo ante el Fútbol Club Barcelona.
La pegada de aquel último duelo del 2014 y el dominio de este partido en el fatídico estadio mallorquín demuestra de todo lo que es capaz el Real Valladolid, un equipo moderno. Este Pucela tiene una base férrea pero que no le evita ser versátil en el juego y en la adaptación de las circunstancias que exige el rival, el partido o el momento de cada uno de los jugadores de la plantilla. Este Pucela está formado de una forma muy completa y con Jonathan Pereira a los mandos de la montaña rusa en la que convierte a un equipo esta exigente competición, mucho más. El vigués endereza, asienta y afianza este proyecto.