El Real Valladolid supera (2-0) al Girona y avanza en la Copa del Rey • Los de Rubi se aprovecharon de dos fallos rivales en estrategia para superarlos y seguir creciendo

Dorsal 27, 28, 34 y 36 en el Real Valladolid y 28, 29, 32 y 33 en el Girona. Desde el inicio, y viendo el listado de las alineaciones del partido, todo indicaba que tanto vallisoletanos como gerundenses afrontaban el duelo como una oportunidad para seguir creciendo y dotar al vestuario y al club de minutos de competición en Copa del Rey. El torneo del K.O., que parece estar tan olvidado en las últimas temporadas, no quedaba en el olvido para ambos conjuntos que, sin buscar riesgo, querían seguir mejorando en sus prestancias actuales.
Cualquier encuentro es una buena oportunidad para pulir detalles, ver el nivel de algún jugador con menos protagonismo en las últimas fechas y, también, para conocer el potencial competitivo de algún futbolista joven que pueda crecer lejos de los focos de un partido liguero. Así, sin el torneo copero como una obligación pero sí como una ilusión, el Real Valladolid sigue creciendo. Los de Rubi saben de las dificultades para firmar un gran torneo pero quieren conocerlas hasta el final.
Hoy por hoy, el grupo tiene hambre. Los buenos resultados crean una dinámica que el equipo debe aprovechar para seguir trabajando con la confianza que se tiene actualmente. Tal es esa seguridad que los fallos no son propios y sí rivales. Además, esos resquicios defensivos o tácticos que se ven en el campo, se aprovechan. Ante el Girona fueron dos errores defensivos en dos saques de esquina los que dieron la opción de la victoria. La oportunidad estaba sobre la mesa pero el equipo debía tomarla como así lo hizo. Con un grupo joven pero lleno de confianza y trabajo se demuestra un avance y una mejoría que es muy visible.
Dudas y miedos
Toda esa confianza que el equipo ganaría con el paso de los minutos no se demostró desde el pitido inicial. Pese a tener dos saques de esquina en los primeros 70 segundos, los pucelanos estaban imprecisos en las jugadas, en los demarques y en los intercambios ofensivos. Cuestión de rodaje, de minutos y, por qué no decirlo, de experiencia. Pese a que la edad media del once era de 26,3 años, la parte ofensiva reducía esa cifra hasta los 21,7. La juventud de Guille Andrés, Jorge Hernández y Dani Vega pesaba en un inicio impreciso y miedoso.
El paso de los minutos ayudaría para ver, dentro del bochorno general de los primeros 45 minutos, un progreso del equipo. Los movimientos eran más fiables y el entendimiento mucho más grande. El equipo crecía mientras los jóvenes comenzaban a mostrar las cualidades que habían hecho que Rubi apostara concienzudamente en ellos.
Mojica vuelca el partido
La mejoría era clara. La segunda parte comenzaba y el Real Valladolid ya sabía qué debía hacer y, sobre todo, cómo ejecutarlo teniendo en cuenta cómo eran las promesas que había sobre el campo. Pese a la alegría de ver a jugadores de 22, 21 ó, incluso, de 17 años sobre el terreno de juego, Rubi quiso imprimir una velocidad más al partido y para tal menester, Johan Mojica es actualmente el más indicado.

Con el colombiano en el puesto de extremo izquierdo, el partido daba un giro y el campo se vencía hacia el costado zurdo. En él, Mojica y Peña comenzaron a crear ocasiones reales de peligro. El gol parecía más cerca. Esta mejora llegaba por el crecimiento general del equipo. Con 50 minutos en las piernas, todos sabían cuál era el camino. El sendero de la seguridad defensiva crecía desde un inactivo Dani Hernández hasta un ataque que transmitía seguridad en la victoria.
Guille muestra y Samuel sentencia
La idea era buena. La segunda parte indicaba un buen camino que Guille Andrés quiso remarcar. El joven delantero del filial blanquivioleta anotaba el primer gol de la noche aprovechando el primer error defensivo catalán. Con el 1-0 en el luminoso de Zorrilla, los de Rubi se crecían. La confianza ganaba enteros y la victoria se veía muy clara. Con Mojica en su constante velocidad por la banda izquierda, el Pucela monopolizaba el peligro del partido.
Ese sendero de seguridad en la victoria crecería en otro saque de esquina. Córner tras córner, el Real Valladolid se acercaba y en esta segunda ocasión sería Samuel Llorca el que se aprovecharía de la indecisión defensiva del Girona. Con el 2-0 el partido estaba finiquitado. El Real Valladolid se clasificaba y el planteamiento del cuerpo técnico salía perfecto. Los menos habituales cogían minutos, las promesas crecían y perdían el miedo a la competición y lo más importante, el equipo se clasificaba para dejar visible la evolución que este plantel está haciendo partido tras partido sin llegar a enamorar pero en el camino para hacerlo.