El Pucela empata (1-1) en El Molinón en un partido propio de Segunda con lucha y sufrimiento • Bergdich elevó la ilusión pucelana hasta el empate de la recta final

Sporting de Gijón contra Real Valladolid. Dos equipos que entre ambos suman 82 temporadas en la élite del fútbol español y que han participado en, exactamente, 2.790 partidos de la hoy llamada ‘Liga BBVA’. En definitiva, en El Molinón se disputaba un encuentro entre dos equipos históricos que ahora están en Segunda división y que saben, a su manera, cómo jugar en la ‘Liga adelante’. A esta conclusión se llega después del partido de rojiblancos y blanquivioletas en el estadio gijonés con empate (1-1) como resultado final.
El encuentro del que se podía esperar mucha calidad por historia y puesto clasificatorio de los contendientes, terminaba con un duelo de fuerza, trabajo y perseverancia de ambos equipos. Ambos a su manera pero los dos eran conscientes de la importancia del duelo y de que perder era un palo muy grande pese a ser sólo la sexta jornada. Con esa idea de no irse de vacío ambos conjuntos peleaban por sacar algo positivo del duelo con armas muy alejadas de la calidad pero cercanas al fútbol de Segunda división que sin excesivos gestos exquisitos sí cuenta con temperamento, dedicación y pelea por cada balón hasta el pitio final.
Esa idea que se tiene de un encuentro de la categoría de plata se cumplía en este duelo. Intensidad hasta el final que costaban caro al Real Valladolid. El tanto de Guerrero a falta de cuatro minutos suponía el empate ante uno de los mejores gestos de calidad del partido. Pese a ser un encuentro propio de Segunda división, ambos conjuntos poseen calidad y en ese ámbito Óscar González era el futbolista más destacado del encuentro y el más capacitado para firmar el gesto técnico del tanto de Zakarya Bergdich.
Inicio de dominio rojiblanco
Obligado por ese partido físico que planteaba Abelardo, el Sporting de Gijón firmaba un inicio y una primera parte en la que su rendimiento era mucho más alto que el blanquivioleta. Con una presión muy alta y un cierre de todas las opciones de banda del Real Valladolid, los asturianos dominaban el partido. No llegaban con excesivo peligro a la meta de Javi Varas, salvo a balón parado, pero la sensación de peligro era suya y el equipo de Rubi debía apretar los dientes y vivir el momento más tenso del partido.
El equipo, cada vez más trabajado y con más personalidad para afrontar y contrarrestar esos momentos en los que el rival es el protagonista, mostraba eficacia defensiva aunque dudas y carencias en el juego a balón parado. Pese a esa constante sensación de peligro que se crea en todo lanzamiento que el equipo debe defender en estático, el Real Valladolid no sufría tanto como el juego desplegado mostraba. La premisa de saber sufrir estaba cumplida.
‘Mágico’ González
Con la primera fase del juego y del partido superado, llegaba el momento en el que el Real Valladolid transmitiera esa idea que Rubi quiere para su equipo. El preparador catalán quiere convencer con “resultados y juego” pero el Molinón no parecía el mejor lugar para comenzar con ese cambio con el que se quiere enganchar definitivamente a la afición. La presión del Sporting era asfixiante y el apoyo de su afición incesante por lo que el juego pucelano era cuestionable aunque nunca criticable por la intensidad y la perseverancia que se impone.

Si la intención en constante y la fuerza no se rebaja, es cuestión de minutos que el Real Valladolid tenga su oportunidad. Puede ser 50, 60 ó 70 minutos los que le cueste al Pucela generar su ocasión de gol pero siempre la tendrá y más si ‘Mágico’ González está enchufado. Con el salmantino en un estado óptimo de forma y mentalidad todo es más sencillo.
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Esta vez el que se aprovechaba de la calidad que posee este equipo era Zakarya Bergdich para hacer su primer gol oficial con la camiseta del Real Valladolid. En el minuto 59 el ‘21’ blanquivioleta aprovechaba un sublime servicio de Óscar González para ilusionar a una afición que durante el encuentro había recibido una triste noticia: la lesión de Roger Martí. La pérdida del delantero valenciano suponía debilidad para el Pucela por el hecho de perder a su futbolista más camaleónico y a aquel hombre capaz de sentirse como pez en el agua ante un ambiente hostil y un encuentro de cualidades de Segunda división.
Sufrimiento final
Sin el ‘9’, el Pucela perdía en presión, lucha y fortaleza, algo que el Sporting de Gijón no haría en ninguna fase del partido. No se hundió tras desaprovechar su mejor momento y, tampoco, tras el gol blanquivioleta. El Sporting estaba fuerte y creía en su planteamiento. Buscaba aprovechar el mal orden defensivo blanquivioleta a balón parado. Ese punto débil pucelano se seguía vislumbrando en el partido y el Sporting lo quería aprovechar como, finalmente, haría Guerrero en el minuto 86.
El delantero toledano empata el encuentro al aprovechar una de las múltiples opciones a balón parado que había dejado el Real Valladolid durante el partido y, sobre todo, en el tramo final. Saques de esquina y faltas laterales que a Rubi a los suyos les cuesta defender y que en El Molinón han costado dos puntos. Por suerte, el margen de mejora es aún muy amplio y el Real Valladolid sigue trabajando en aspectos que se vislumbran en el campo y que premian con puntos como el magnífico empate obtenido en un estadio tan duro como el gijonés.
