La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

Una mirada hacia atrás

Una victoria que sirvió para poder sacar la cabeza

El Real Valladolid conseguía salir de los puestos de descenso gracias a un golazo de Mariano Minguela en la recta final del partido ante un miedoso Valencia

Santos en su época como entrenador (El Norte de Castilla)
Santos en su época como entrenador

Un duelo por todo lo bajo se vivió en febrero de 1983 en el estadio José Zorrilla y con las cámaras de televisión española como gran testigo. Por aquellos años era noticia que un partido de fútbol del Real Valladolid fuera televisado y el Pucela no falló ante tal escaparate y consiguió derrotar al colista de la categoría. Los de García Traid estaban obligados a ganar si no querían hundirse en el fondo de la clasificación, lugar donde se encontraba su rival, un Valencia Club de Fútbol que pintaba por aquellas épocas las líneas más tristes de su historia pese a contar en sus filas con jugadres importantes y de renombre como Mario Kempes o Enrique Saura.

El partido estuvo marcado por el miedo a perder de ambos conjuntos hasta el punto de que parecía estar firmado el empate hasta el minuto 87. A falta de tres minutos para el final de encuentro, Mariano Minguela dibujó un derechazo desde fuera del área que tocó en el palo de la portería de Manzanedo para conquistar el gol de la victoria. Corrían los instantes finales y el cronómetro apenas dejó margen de reacción al conjunto valenciano, entrenado por Miljan Miljanic en uno de sus últimos encuentros al frente del equipo de Mestalla.

Mientras los valencianistas se desangraban en la última posición, los blanquivioletas, por su parte, conseguían mantener con este resultado una línea ascendente que terminó dando el fruto de la permanencia. Aquella situación puede ser muy equiparable a la actual, esperando que tenga idéntico final.

En aquel equipo estaba Antonio Santos. El zamorano era pieza fundamental de la defensa pucelana en aquella época e indiscutible siempre en cualquier demarcación, tanto dentro como fuera del terreno de juego. El bravo central que pasó a ser secretario técnico, entrenador, vicepresidente y consejero deja el club después de 40 años de dedicación blanquivioleta. Por lo que ha hecho y por lo que va a seguir haciendo por el Real Valladolid aunque no esté en nómina: ¡Muchas Gracias por todo, Antonio Santos!

La ficha de aquel partido, disputado el 5 de febrero de 1983.
La ficha de aquel partido, disputado el 5 de febrero de 1983.

Alineación blanquivioleta: Fenoy; Sánchez Valles, Garcia Navajas, Antonio Santos, Richard; Jorge Alonso (Luis Miguel Gail 77′), Minguela, Pepín, Fortes; Da Silva, Yañez (Pastor 88′)

Once inicial de aquel día con Santos, de pie, tercero por la derecha (Blanquivioletas)
Once inicial de aquel día con Santos, de pie, tercero por la derecha

¡Siempre Santos!
40 años al servicio del Real Valladolid regalan muchos momentos. Buenos y no tan bonitos recuerdos pero todos ellos imposibles de recordar en pocas palabras. Desde su llegada a la ciudad del Pisuerga siendo un joven que no llegaba a la veintena de años, Antonio Santos ha crecido con el Real Valladolid de la misma manera que el club lo ha hecho con él. Ambos han forjado una unión inolvidable que ahora se separa pero que siempre se recordará por esos 40 años, los casi 300 partidos disputados, las cuatro temporadas al frente del filial pucelano, los 13 partidos  en el banquillo del primer equipo y las innumerables gestiones silenciosas que hizo en los muchos puestos que ha ocupado en todos estos años.

Con su marcha, el Real Valladolid pierde pero él descansa.  Se marcha un gran jugador, un soberbio colaborador, un buen entrenador y un magnífico gestor pero, sobre todo, abandona el club un blanquivioleta de corazón, un pucelano como pocos que seguirá sufriendo y disfrutando con el camino del club porque los trabajos se dejan y los ciclos se cierran, pero el sentimiento de amor por el Real Valladolid perdura. 

El trabajo (BIG DATA) me llevó a vivir a Madrid, pero siempre mi ciudad en el corazón. De y del Pucela