La vuelta a las andadas deja una derrota estrepitosa (4-1) en Sevilla • Los de JIM no mostraron las señas del ‘Pucelazo’ • Javi Guerra, autor del gol blanquivioleta
Tras una victoria tan importante y destacable como la que el Real Valladolid conseguía ante el Fútbol Club Barcelona, cualquier entrenador desea no mover nada y recompensar al equipo que conseguía esos tres puntos con una titularidad más. Juan Ignacio Martínez así lo soñaba pero pronto vería como sería imposible. A la sanción de Carlos Peña se unía la lesión de Álvaro Rubio y el plan se trastocaba. Lluís Sastre y Valdet Rama entraban en su lugar para intentar realizar el mismo planteamiento que ante los culés, aunque con diferente resultado y ejecución desde el primer instante.
Con Sastre como interior diestro y Rama como extremo zurdo, el Real Valladolid no mostraba la intensidad de ocho días atrás. El fútbol que ese Pucela realizaba tras un robo de balón no se producía. Al equipo le costaba mucho más elaborar y salir rápido de su campo. Manucho no recibía balones y Javi Guerra entraba poco en juego. El premio que el cuerpo técnico quería hacer al planteamiento ante el equipo culé y reforzar lo trabajado durante esos 90 minutos, no funcionaba. El Real Valladolid se mostraba como una caricatura del anterior partido y volvía a las andadas ante un rival picado y tocado en el orgullo que buscaba resarcirse pronto del varapalo europeo sufrido pocos días antes.
Esa hambre del equipo de Unai Emery no se veía en un Pucela que pronto debería remar a contracorriente. Un penalti de Lluís Sastre alejaba al Real Valladolid del partido en el marcador porque en las sensaciones y en el juego ya lo estaba desde el pitido inicial de un Velasco Carballo que en el cómputo general no estuvo acertado. Sin influencia en el ganador de los tres puntos, fue determinante en el amplio marcador con el que se confirma que el equipo blanquivioleta ha vuelto a las andadas fuera del estadio José Zorrilla.
Intensidad inicial vs desconcierto
Sin ante el Fútbol Club Barcelona, Juan Ignacio Martínez acertaba de punta a punta en el planteamiento, ante el Sevilla no. Los cambios, inicialmente lógicos, se convertían en desacertados a los pocos minutos de juego. La entrada de Sastre en la banda y la colocación de Rossi en el centro del campo, dejaban al Pucela sin ideas. El italiano, fuera del empuje y la personalidad de su juego, no es Álvaro Rubio y le cuesta mucho crear juego. Si al ‘5’ se le añade un central, reconvertido a este estilo desde hace pocos entrenamientos, el juego del Pucela pasa a ser ramplón e indescriptible.
Por la sala de máquinas del juego del Real Valladolid pasaba un desconcierto que se hacía palpable desde el inicio y más viendo la intensidad del equipo hispalense. ¿Cómo podemos olvidar el duro varapalo del EuroDerbi sevillano? Se preguntarían los jugadores sevillistas en la previa. “Con intensidad inicial y mucha fuera arriba”, les debió contestar su entrenador merced a la fuerza y el trabajo con los que iniciaban el partido.
Así, con un equipo local muy metido en el partido y un conjunto visitante muy perdido en el juego y buscando un líder con calidad que pudiera capitalizar su juego, los primeros minutos fueron premonitorios de lo que ocurriría con el primer tanto de Ivan Rakitic y el segundo de Kevin Gameiro. El 2-0 con el que se llegaba al descanso estaba marcado por los primeros instantes de juego. Tiempo en el que el Pucela se buscaba mientras el Sevilla se afianzaba en su idea y en su coraje. Estaban tocados y se quería desquitar pronto. Cuanto antes mejor y el Real Valladolid pagaba los platos rotos.
Apagón a la reacción
Poco antes del descanso, una mala noticia se unía a los primeros 45 minutos pucelanos aunque con un matiz ilusionante. La lesión de Fautso Rossi daba entrada a Óscar González que se convertiría, no sólo en el líder de juego que buscaba el Real Valladolid, sino también en el propagador del sentimiento de reacción que se veía a los visitantes tras el paso por vestuarios. Con el charro por dentro y Larsson en el costado diestro, se veía un Pucela más reconocible para los jugadores con los que se disponía.
Con un centro del campo de corte defensivo, Juan Ignacio buscaba la reacción pero sin dejar desguarnecida la retaguardia y provocar una nueva derrota humillante fuera de Valladolid. Sin acierto de cara a puerta y sin un excesivo trabajo sobre la meta de Beto, el Pucela comenzaba a ser algo más provocador. Javi Guerra trabajaba y Óscar y Larsson se intentaban aprovechar. Todo hasta que Velasco Carballo mataba el partido con un penalti inexistente que Gameiro aprovecharía para matar la reacción de un Pucela que vivía un buen momento dentro del partido pero triste dentro de su juego y de la esperanza que se había creado tras el duelo ante el Fútbol Club Barcelona.
Pensando en el Rayo
Tras el doblete de Gameiro y el tanto de Diogo, que pronto reduciría Javi Guerra, el Real Valladolid sacaría la bandera blanca. Los de Juan Ignacio Martínez, que volvían a encajar cuatro goles fuera del estadio José Zorrilla, no querían más riesgos que minimizaran sus posibilidades del partido ante el Rayo Vallecano del próximo sábado. Los jugadores blanquivioletas bajaban la intensidad que habían ganado hasta el segundo penalti del partido para pensar en el duelo ante los de Paco Jémez. Bueno, todos no. Antonio Rukavina, preso por la impotencia, cometía una falta absurda que le dejará fuera del próximo encuentro.
Ante los de Vallecas el planteamiento será, casi seguro, muy diferente al de las últimas jornadas. Pese al interés de JIM y su equipo por premiar el partido ante el Fútbol Club Barcelona, el ímpetu sevillista por olvidar el batacazo ante sus vecinos ha demostrado que las claves tácticas del ‘Pucelazo’, como lo tituló el diario Marca, no sirven más que con los culés. Ahora, Juan Ignacio y su equipo deberán encontrar las bases para un partido tan importante como el del próximo sábado. En él, el ‘Pucelazo’ sería doble. El equipo no puede fallar. Lo sabe y también conoce que si vuelven esas señas de intensidad, trabajo y derroche de la victoria ante el equipo culé, la victoria estará más cerca.