El Villarreal regresa al gafe histórico que vive en el Zorrilla. Los de JIM consiguen aire fresco ante el equipo que mató al Real Valladolid de la campaña 2009/2010
• El último cese de un entrenador blanquivioleta en Primera (Onésimo) fue tras una derrota ante el Villarreal.
• Los castellonenses vuelven a no conseguir marcar en Zorrilla, como en siete de sus ocho anteriores visitas.
• La tragedia de la última visita amarilla a Valladolid, se torna en positivismo tras el regreso a este gafe.
Hubo una época en la que el Villarreal claudicaba siempre que llegaba al estadio José Zorrilla de Valladolid. Incluso antes de comenzar el partido, el equipo amarillo estaba fuera de toda posibilidad de llevarse la victoria. Era imposible que los castellonenses obtuvieran una victoria del feudo blanquivioleta porque no conseguían hacer gol. Pese a los muchos y grandes jugadores que tenían en sus plantillas, los entrenadores del Villarreal no conseguían sacar nada positivo, más allá del empate a cero, de Valladolid porque no veían puerta. Desde el primer duelo en Primera división entre ambos equipos, que se dio el 2 de mayo de 1999, y que se saldó con una victoria pucelana por 1-0, los amarillos tuvieron que sufrir muchos partidos para conseguir una victoria y un gol.
No sería hasta 4 de abril de 2010, casi 11 años más tarde, cuando el Villarreal anotó un gol en el estadio de la avenida de Mundial 82 y se llevó la victoria. Atrás quedaban cinco derrotas y dos empates con la sonrrojante cifra de cero goles. Podía ser un gafe o, simplemente, mala suerte pero lo cierto es que en este 2014 ha regresado. Marcelino ha continuado con la dura historia amarilla en Valladolid que sólo Juan Carlos Garrido consiguió superar ante un Real Valladolid que estaba muerto y no tan vivo como éste.
¿Mismo vestuario que en 2010?
En aquel cambio que vivió la historia del Villarreal en Valladolid, el Pucela murió. El millonario proyecto de Roberto Olabe sucumbía ante un equipo amarillo que aprovechaba el poco trabajo, la escasa intensidad y la nula alma que los pupilos de Onésimo Sánchez mostraron aquel día. Los goles de Ángel López y Nilmar mataron a un Pucela que como afirmaba un periodista pucelano aquel día, “cerraba la tumba de su descenso”.
Los pucelanos certificaban su billete para Segunda por una falta de compromiso atroz. Haris Medunjanin encarándose con la grada centraba las miradas de unos jugadores que trabajaban a un nivel mucho más bajo del exigible y casi, del permitido. Aquel Pucela estaba muerto porque su vestuario estaba rot. Ese sentimiento que se mostró en 2010 es radicalmente opuesto al actual. Este Pucela rema en la misma dirección, no como aquel.
Este grupo de futbolista cree en su entrenador y en el cuerpo técnico que ese míster lleva con él. Tal es esa confianza que ante el Villarreal, equipo que provocó el último cese blanquivioleta en la élite, no ha firmado una hipotética salida de Juan Ignacio Martínez. El alicantino ha vivido una bocanada de aire fresco que permitirá un trabajo más relajado y confiado con un grupo de futbolistas que, pese a los resultados, nada tiene que ver con el del último descenso de categoría.