El cancerbero pucelano mantiene con vida al Pucela con el empate (0-0) • Los rayistas tuvieron las mejores ocasiones del partido • Todo se resolverá en Vallecas

Tras los fracasos coperos de los últimos años y la mala situación liguera, el Real Valladolid planteaba esta edición de Copa con interés. A su manera, los de JIM buscaban objetivos dentro de esta ronda copera. Lo hacían, también, por que, inicialmente, todo parecía estar de su cara. El rival, muy factible para los pucelanos en los últimos enfrentamientos, la distancia entre partidos, que evita la carga indiscriminada de minutos, y el hecho de jugar el primer encuentro en el estadio José Zorrilla. Los ingredientes principales estaban de cara del Pucela. Éstos jugaban para un Real Valladolid que afrontaba el partido sabiendo qué es y qué significa para el equipo este torneo pero con la ambición característica del cuerpo técnico y la necesidad de recuperar psicológicamente a jugadores para el plantel y así obtener, por fin, buenas sensaciones.
Con todo esto no había duda, el Pucela debía utilizar el partido a su antojo pero en ningún momento llegó a ser así. Pese a que los blanquivioleta nunca perdieron la cara al partido, fueron los visitantes los que firmaron las mejores ocasiones y más cerca estuvieron de romper el marcador. Los de JIM siempre estuvieron en la dinámica del encuentro y en todo momento tuvieron sus opciones de gol pero merced a un rival que partía el partido y que parecía sentirse cómodo con el correcalles en lo que se convirtieron los últimos 30 minutos.
En ese intercambio de golpes entre ambos equipos siempre hay líderes y en el Real Valladolid no fue otro que el cancerbero. Jaime Jiménez frenó a los rayistas y a un Alberto Bueno muy motivado que buscaba su gol y su reivindicación en la que había sido su casa los últimos cuatro años. Finalmente, el madrileño no superó a Jaime como no lo hizo todo su equipo. El portero pucelano se salió con la suya y dejaba la eliminatoria a un partido único en Vallecas en el que el empate a goles vale al Real Valladolid.
Fría primera parte
Con sensatez y con la lógica en la mano colocar un partido en el mes de diciembre a las 10 de la noche es una locura. Las condiciones climatológicas condicionan el partido y el rendimiento de los jugadores. Los futbolistas, fríos ante cualquier parón del partido, sufren para mantener el ritmo de juego en un terreno de juego duro y congelado por zonas. Los condicionantes de juego no eran los mejores y ambos equipos firmaban una primera parte sin miga.
Ni los de Jémez ni los de Martínez consiguieron ver puerta pero tampoco enlazar grandes jugadas. Los condicionantes del partido obligaban a jugar con una marcha baja pero el peso de recibir un gol en un ‘partido’ de 180 minutos, más aún. Por un aspecto y por otro, cuando Mateu Lahoz pitaba el final de la primera parte era difícil poder sumar ocasiones reales de peligro. Se habían dado acercamientos de ambos equipos, habían aparecido los dos porteros pero nada era destacable. Nada de lo acontecido en los primeros 45 minutos podía servir para un análisis futbolístico de mínimo interés.
Activación y ocasiones
El encuento no podía ir a peor y el descanso sentó bien a ambos conjuntos. Los dos consiguieron entrar en calor en el entretiempo y poder asimilar las condiciones de un terreno de juego que no mejoraba y que no iba a mejorar. Así, los segundos 45 minutos fueron mejores en interés. La segunda parte tuvo más ocasiones de gol, muchas más, pero poco fútbol, casi menos que en el primer acto.
Si hace unos días Juan Ignacio Martínez hablaba de la preocupación que le daban los errores no forzados que su equipo mostró ante Club Atlético Osasuna, en la idea de la primera ronda copea, aún más. Al Real Valladolid le costaba enlazar tres pases seguidos y una combinación que le permitiera hacer una buena salida de balón. Aquello que más duele y enfada al entrenador pucelano estaba compacto en el Pucela y en su rival. Aunque se diga que “mal de muchos, consuelo de tontos» que el Rayo Vallecano tampoco consiguiera enlazar buenas ocasiones ayudaba a los locales y los mantenía vivo en la eliminatoria.
De esta forma, el partido terminó siendo un intercambio de golpes de ambos equipos. Se trataba de ocasiones sin fe y casi sin convencimiento pero que cerca estuvieron de romper la igualada. Finalmente la mala fortuna de cara a puerta del Pucela y los reflejos de Jaime Jiménez eliminan el partido del estadio José Zorrilla. Tras el triste encuentro de ambos conjuntos, todo se jugará en Vallecas. Allí, un empate con goles valdría a un Pucela que se clasificaría para seguir buscando la buena dinámica y las buenas sensaciones que en el frío partido ante el Rayo Vallecano no llegaron.