Manucho está de vuelta una vez más. Tras 45 minutos buenos ante el Sevilla, el angoleño realiza un partido sublime en Vallecas ante el Rayo Vallecano
En 2011 parecía que no iba a seguir en el Real Valladolid después de volver de su cesión a Turquía. La pasada temporada no contó para Miroslav Djukic hasta el último segundo del mercado de fichajes y después de que el propio jugador estuviera más fuera que dentro del club. Este año, parecía un poco igual. Pese a que Juan Ignacio Martínez no dijo en ningún momento que el futbolista no entraba en sus planes, las opciones del futbolista parecían limitadas. La llegada de Humberto Osorio eliminaba ciertas posibilidades del futbolista, que como años anteriores ha resurgido. En Vallecas ha confirmado que vuelve a estar al servicio del club para lo que el cuerpo técnico necesite. Hace seis días ante el Sevilla dejó detalles de lo que es como jugador. Ante el Rayo Vallecano las ha confirmado.
En el coqueto estadio de Vallecas, Manucho ha sido vital para la victoria blanquivioleta. No ha marcado ningún gol, no ha dado ninguna asistencia y casi no ha generado ninguna ocasión pero, pese a todo ello, ha sido trascendental en el 0-3. Su jugo, su presión y su trabajo han resultado vitales para la segunda victoria de Juan Ignacio Martínez en el banquillo pucelano.
Siempre presente
Estaba claro que si Manucho era titular iba a marcar el estilo del juego del Real Valladolid. Paco Jémez lo sabía y lo había estado entrenando durante toda la semana. El trabajo previo es muy importante pero no único. Pese al análisis y al estudio que guió durante la semana la intención del cuerpo técnico rayista, el angoleño tenía unas funciones diferentes a las que se podían esperar. Su trabajo no pasaba sólo por el juego aéreo. Las indicaciones que había recibido para el trabajo de presión eran vitales. Aprovechar su zancada y su fuerza eran unas obligaciones para un planteamiento blanquivioleta que pasaba por dos delanteros fijos y una presión muy adelantada de los de Juan Ignacio Martínez.
El planteamiento salía perfecto porque Manucho lo llevaba a la práctica de una forma casi perfecta. Su movimientos y su presencia descentraban a los defensas vallecanos que desguarnecían las caídas a banda de Javi Guerra. Con el angoleño centrando las marcas de los defensas, el ‘9’ pucelano tenía esa libertad que siempre necesita y que le llevaba a marcar su quinto gol de la temporada.
El éxito goleador de Javi Guerra y el magnífico resultado del Real Valladolid llegaban por el trabajo grupal. Los 14 futbolistas pucelanos definían que el día a día de este grupo es magnífico y Manucho es un ejemplo. Pese a lo que siempre se lee y dice de él, el ‘23’ pucelano demuestra, una vez más, que está en el Real Valladolid por méritos propios, que nadie le ha regalado nada porque durante tres temporadas ha resurgido de todo lo sufrido para sumar y ayudar al equipo pucelano.