Ante la plaga de lesiones musculares, Juan Ignacio busca soluciones rápidas. Las dos últimas caídas preocupan más de la cuenta al cuerpo técnico del alicantino
● Desde la llegada de Juan Ignacio han sido siete los jugadores que han caído por problemas musculares.
● Hasta la caída de Humberto Osorio, las lesiones se producían en integrantes de la temporada pasada.
● La diferencias entre el trabajo físico del pasado y el actual cuerpo técnico parecen ser determinantes.

En el fútbol actual, aquel de las “transiciones” que dice Juan Ignacio Martínez, la preparación física se ha convertido en algo más importante que el trabajo técnico o, incluso, que el táctico. Por ello, los estudios sobre este aspecto van en aumento. El motivo de este crecimiento es muy sencillo. Por encima del resto de los aspectos del fútbol, la preparación física tiene muchas lecturas y muchos condicionantes. Además de la idea y planificación del cuerpo técnico, sobre el aspecto físico influyen características individuales, los resultados del equipo y los atributos técnicos del equipo, en general, y de cada uno de los futbolistas, en particular. Sin ningún género de dudas se trata del ámbito futbolístico más complejo y, por tanto, es el más trabajado.
Ante esta encrucijada se encuentra Juan Ignacio Martínez. La dificultad para dar con la tecla perfecta está llevando al entrenador blanquivioleta a un quebradero de cabeza considerable. El líder del completo cuerpo técnico blanquivioleta lleva dándole vueltas a las sesiones de entrenamiento y a las cargas del trabajo. JIM busca saber el porqué de tantas lesiones musculares en el equipo y encontrar un método, que sin ser drástico, solucione el que es ahora el mayor problema del Real Valladolid.
Cambios sobre su idea
La matización de “drástico” resulta vital. Pese a los múltiples estudios y la diversidad de ideas que existen sobre la preparación física todos están de acuerdo en la frase que José Luis Mendilibar pronunció en mayo de 2011 en una ponencia llevada a cabo en Soria. “Todo trabajo físico es positivo siempre que se mantenga y mientras no sufras grandes cambios”, afirmó el ex entrenador de Osasuna y Real Valladolid, entre otros. Para el míster de Zaldívar resulta vital no realizar grandes cambios en la programación, pero no sólo en una misma temporada sino también en relación al sistema de trabajo que ha vivido la plantilla.
Estas palabras de Mendilibar llegaban después de que él y su cuerpo técnico llegaran al banquillo de El Sadar. Al aterrizar con la temporada comenzada, él y los suyos se aclimataron, bajo su metodología, al trabajo realizado por su predecesor, José Antonio Camacho. Aquí, puede ser que llegue el error de Juan Ignacio en el aspecto físico. No se trata de un desliz de programación ni de una equivocación de conocimiento. Se trata de ‘error’ por una fidelidad a unas ideas y a una metodología.
Juan Ignacio Martínez, y todo su cuerpo técnico, tienen un estilo de trabajo, una idea que pasa por el trabajo físico desde entrenamientos con situaciones reales. El cuerpo técnico blanquivioleta parte de aquella idea que dice que “todo trabajo técnico, táctico o psicológico tiene aspecto físico pero no todos los trabajos físicos tienes aspectos tácticos, técnicos o psicológicos”. Esta idea es clara y lo es tanto como la intensidad del trabajo. Así es el día a día blanquivioleta. Los entrenamientos tienen un ritmo muy alto que puede que la plantilla no haya asimilado.
Castigo para los veteranos
Para la programación y controlar esta intensidad es importante tener claro que el cuerpo de cada futbolista es diferente. Por posición de juego o características físicas o técnicas cada jugador es un mundo pero que con el paso del tiempo se aclimatan a un patrón, un estilo que en los dos últimos años ha llevado la firma de Dejan Ilic, preparador físico de Miroslav Djukic. El estilo de trabajo del cuerpo técnico saliente del Real Valladolid es muy diferente al del actual. Realmente ni uno es mejor ni otro es peor, son incomparables. Como día Mendilibar “mientras no se hagan grandes cambios…” y ni Djukic los hizo ni Juan Ignacio los hará. Parecen ser diferentes parámetros de trabajo que forman a los jugadores de un estilo diferente.

Aquí puede estar el problema. Marc Valiente, Manucho o Álvaro Rubio tienen una base de trabajo acumulada de dos años. Dos exigentes temporadas en las que el Pucela debía vivir al día. La dureza de la temporada del ascenso hizo que el equipo llegara a la pretemporada de 2012 con la gasolina justa y que el planteamiento fuera diferente en los inicios. Las cargas de trabajo debían ser bajas para poder llegar al domingo. Esto, además del escaso número de integrantes de la plantilla para la temporada 2012/2013, obligó a Ilic y a Djukic a andar con pies de plomo. No podían fallar y perder a un jugador como lo está sufriendo Juan Ignacio ahora.
Obviamente el planteamiento es diferente. Unos buscaban el día a día mientras que los otros buscan la formación y el asentamiento. Como siempre, y no sólo en el fútbol, en el equilibrio está la perfección. Aquella que no hace que la plantilla viva ahogada las últimas jornadas o que evite la propagación de una epidemia en el vestuario. Juan Ignacio tiene tiempo para que su proyecto deje de un lado a las lesiones y lo verdaderamente importante, los resultados, ocupen el primer puesto del debate vallisoletano.