En la temporada 2009/2010 se produjo el debut en la élite del futbolista de moda. Tras dos cesiones a Segunda, Diego Costa debutaba en Primera de blanquivioleta

Todas las temporadas se producen imágenes que resumen cómo ha sido el año sin ser del día en el que todo termina. Por ejemplo, la mítica remontada al Poli Ejido es el mejor reflejo de la temporada 2006/2007, que significaría el ascenso blanquivioleta. De igual forma, el gol de Óscar González a la Unión Deportiva Las Palmas en el último minuto de su última visita al estadio José Zorrilla demuestra el valor, el coraje y la fuerza con la que el Pucela de Miroslav Djukic luchó por conseguir el último ascenso de la historia blanquivioleta.
No todas estas imágenes son positivas. También hay negativas que marcan temporadas tan tristes como la de los últimos descensos. Si la lesión de Ariza Makukula en La Rosaleda de Málaga demuestra el descenso del año 2004, Diego Costa refleja la traumática pérdida de categoría de 2010. El futbolista de moda del fútbol español, y seguramente europeo, dejó una instantánea que llevó al descenso pucelano dos semanas más adelante. Pese a que el equipo de Javier Clemente perdió la categoría en el Camp Nou, ante Getafe 15 días antes, el delantero brasileño dejaba una foto que ejemplificaba al 100% la dureza y el dolor de aquel año que terminó con el Pucela en Segunda pero con Diego Costa presentado en la élite del fútbol español.
Grandes cualidades
Durante aquella temporada de extrema dureza con tres entrenadores y más problemas extradeportivos que alegrías, Diego Costa destacó por encima del resto de compañeros. Pese a ser uno de los jugadores que menos lució en su presentación y con el periodo de aclimatación al que le sometió José Luis Mendilibar, su crecimiento fue tan elevado como el de las últimas temporadas. Desde el inicio de la campaña hasta el final de la misma el protagonismo del actual jugador del Atlético de Madrid creció. De actor secundario pasó a ser casi el único protagonista ofensivo del juego blanquivioleta.
En el José Zorrilla llegaría la primera transformación del futbolista, el cual ahora tiene unos tintes impensables en su año en Valladolid. Lo que es ahora Digo Costa era algo que se podía vislumbrar sólo mínimamente aquella temporada. Su velocidad, la gran conducción que poseía, el cambio de ritmo en los últimos metros y la personalidad de su juego dejaban para la imaginación saber qué podría ser del jugador ante un buen proyecto y una estabilidad que en Valladolid no llegó a tener.
Pese a que vestido de blanquivioleta no encontró la tranquilidad y la estabilidad necesarias para competir el 100% durante 38 partidos, Diego Costa dejó acciones y partidos de gran calidad. Su debut de titular en La Romareda cuando guió al equipo a su primera victoria del año, el recital del Santiago Bernabéu o el liderazgo mostrado en el final de temporada con partidos tan difíciles como el disputado en El Molinón dejaron un buen sabor de boca en el público blanquivioleta que quiere recordar todo lo positivo para dejar a un lado los vaivenes físicos que mostró en su juego y que dejaron al Pucela sin su emblema ofensivo durante muchos partidos.
Valiosos ocho goles
A Diego Costa siempre se la había requerido gol. Se le hizo en Albacete y en Vigo y en Valladolid no fue menos. Ante sus buenos movimientos y sus grandes acciones de combinación faltaba gol. El público blanquivioleta le exigió aquel año ese acierto goleador que muestra en la actualidad. Es más, en los diez partidos disputados esta temporada ya suma más goles que en los 36 partidos que disputó de blanquivioleta.
Pese a que en aquella temporada el futbolista natural de Lagarto sólo materializó ocho goles – siete en Liga y uno en Copa – sus registros fueron positivos para él y para el equipo. En ellos se sustentó el juego blanquivioleta ante la falta de gol de sus dos grandes incorporaciones. Ante el solitario gol de Alberto Bueno y los cuatro firmados por Manucho, Diego Costa asimiló la capacidad del gol, aunque sin llegar a las cifras del enorme futbolista que es en la actualidad y que empezó a mostrarse a la élite española con la camiseta blanquivioleta.

Aunque llegó a defender durante casi 40 partidos el escudo laureado y los colores blanco y violeta, la imagen que más se recuerda del jugador brasileño es sin ella y tras un empate ante el Getafe. Tras un 0-0 ante los azulones el camino del Pucela se complicaba y Diego Costa lo mostraba en una imagen que captaron las cámaras de ‘El Norte de Castilla’.