Alberto Bueno deja de ser jugador del Real Valladolid. Uno de los futbolistas más caros de la historia del club se marcha tras tres temporadas, 90 partidos y 14 goles
Entre salidas, intereses y necesidades, el Real Valladolid debía dar salida a futbolistas de su plantilla para poder cerrar el equipo a su gusto y posibilidades. En estos días pasados, el club quería “adelgazar su plantilla”, como bien decía el diario Marca. La solución ha sido directa y, ante todo, muy económica. El Pucela ha suprimido de su plantel a un futbolista de alto coste económico, de muchas supuestas posibilidades deportivas pero, sobre todo, un futbolista que no ha dado el nivel que se esperaba de él. Ya sea por motivos deportivos o extradeportivos, con la marcha de Alberto Bueno (Madrid, 20/03/1988) el Real Valladolid da por finalizado el caso de un futbolista que llegó para triunfar y se marcha sin hacerlo y dejando ciertos malos recuerdos en el estadio José Zorrilla.
Pese a todo lo que ha vivido en sus cuatro años de contrato con el Real Valladolid, Alberto Bueno ha disputado 90 partidos con la camiseta blanquivioleta, con más de 4.000 minutos disputados. Los partidos, los minutos, incluso, los 14 goles de blanquivioleta siempre han estado en un segundo plano ensombrecidos por el alto coste de su traspaso y su elevado sueldo.
El peso del dinero
En el fútbol actual existe una máxima que dice que a los jugadores se les debe exigir por lo que han costado y lo que perciben mensualmente. Se da validez a la idea pese a que en un gran porcentaje de las ocasiones, los futbolistas son los últimos responsables de las cantidades acordadas. Pese a ello, deben asumir su compromiso. “Les van en el sueldo” que se dice y, en este caso, se trataba de un buen sueldo. Uno de los más altos de la plantilla blanquivioleta, para ser más concretos.
Al peso y la exigencia por los ceros se llegó con el tiempo. Al comienzo, Alberto Bueno sí encontró el apoyo y la comprensión del exigente aficionado blanquivioleta. En los comienzos de su primera temporada en el Pucela, cuando Mendilibar no contaba casi con él, pocos lo entendían. Su fichaje, su gran rendimiento en la escuela del Real Madrid… Todo hacía pensar que el madrileño sería un gran baluarte en su primer año en el José Zorrilla pero no llegó a rozar ese status. El peso del dinero empezaba a hacer daño en el futbolista que terminó saliendo tras la pérdida de categoría.
La tormentosa relación con Djukic
Mientras el Pucela luchaba por regresar a Primera, Alberto competía en la segunda división inglesa. Allí, en el Derby County, tampoco tuvo fortuna. Las titularidades y grandes actuaciones iniciales se tornaron en suplencia y escasos siete partidos disputados de los últimos 14. Pese al mal final, con su regreso, hubo sorpresa. Miroslav Djukic, nuevo entrenador en aquel verano de 2011, quería contar con el madrileño. Forzó al club para hacer un esfuerzo, que finalmente se hizo, para, justo en esos días, comenzar la tormentosa relación entre jugador y entrenador.
Djukic quería al futbolista, el jugador se quería quedar y todo comenzaba de fábula. Goles, victorias y buen juego hasta que se cerró el mercado de fichajes. Con el fin de las negociaciones por la venta de Javi Guerra, el malagueño se quedó en Valladolid y así se terminó el buen inicio del nuevo jugador del Rayo Vallecano. Pese a estar lesionado durante la pretemporada y estar con la cabeza más fuera que dentro del club, Javi Guerra adelantaba al entonces pichichi del equipo en la primera oportunidad. Ahí, en Montilivi, pudo comenzaba definitivamente la ruptura entre entrenador y jugador.
La tensión entre ambos fue creciendo. Cambios de escaso gusto y compresión, como el del partido del play-off en Córdoba, quemaron al futbolista que, supuestamente, no supo asimilar. En los últimos días de aquella temporada del ascenso se fraguó la decisión que marcaría a Alberto Bueno y su recuerdo de sus cuatro años con contrato en el Real Valladolid. En julio de 2012, el técnico serbio decidió no contar con el jugador durante la pretemporada y dejarlo fuera de toda citación con el grupo.
La decisión estaba tomada y parecía tajante hasta el último minuto de las negociaciones de verano. Como ya ocurriera un año antes, en el último segundo se fraguaba el futuro del jugador, aunque esta vez de forma positiva. Alberto pasaba formar parte del equipo y, automáticamente, viaja a San Mamés para disputar sus primeros minutos con el equipo. Ahí comenzaba una nueva época, una nueva transición en sus años de blanquivioleta. Ésa resulta ser la última permuta de una historia con demasiadas vueltas de rosca.
Finalmente Alberto Bueno se marcha. Ha cumplido su objetivo de regresar a su Madrid natal pero lo hará con mucho dolor, sufrimiento que tiene por no haber sabido sacar de él todo el fútbol que lleva en sus botas. Por ello, su ilusionante fichaje y esperanzadores encuentros salteados han terminado por convertirse en un caso de extraña explicación.